lunes, 29 de julio de 2019

Infierno: Segundo incidente

Pero M no estuvo en la oficina el resto de la semana, no pregunté a nadie por él, me reserve cualquier comentarios respecto a su ausencia, me limite de nuevo a hacer mi trabajo; no hubo llamadas, no llego un correo a mi bandeja de entrada, lo que significaba evidentemente que conservaba el trabajo, claro, no esperaba menos. 

Un mes después M se presento a una reunión de trabajo, nada había cambiado, llevaba sus lentes oscuros, una camisa blanca. Me senté frente a él, no supe si me miraba, había una tensión que nadie más noto, tal vez a razón de que esa tensión tenia vida solamente en mi imaginación, la reunión fue larga, aburrida, sin sentido; M me llamo a su oficina, me hizo pasar, cerro la puerta y se sentó en un sofá de cuerdo negro gastado en los bordes, se bajo el cierre de su jean, tenia una erección, comenzó a frotarse lentamente mientras expresaba que había pensando mucho en mí, que cada noche me recordaba y que estaba muy ansioso por regresar a ..., sus palabras me interesaron, también poder observar que había sinceridad en sus acciones me emociono, tendió su mano al frente como si me invitara a bailar, pero no me estaba invitando a bailar. Me senté a su lado, de nuevo me tomo del cabello y me inclino, su pene estaba ya muy mojado cuando entro en mi boca, guió el ritmo con sus mano, primero muy despacio, luego algo más aprisa, seguido por movimientos lentos y profundos, no tardo en venirse en mi boca, me recosté entonces al otro extremo del sofá, vi mi reflejo en sus lentes y me lo tome, una ceja se arqueo por encima del borde de estos lentes oscuros. 

Me puse de pie, con intención de salir, llegue hasta la puerta pero M me tomo del brazo y no me dejo avanzar en mi propósito, me llevo contra la pared, bajo mi vestidito, dejando mis senos al descubierto, los lamió suavemente, los chupo, se ocupo de ellos con paciencia. Mi vestido quedo en el suelo y M de rodilla frente a mi se ocupo de inmediato de mi clítoris, en combinación con el frío de la pared en mi espalda resulto ser refrescante; M se puso de pie, pude percatarme que tenia de nuevo una erección completa. 

No aguanto más si estar dentro de ti, me dijo, e inmediatamente me penetro, me beso, me excita viendo mi reflejo en sus grandes lentes oscuros, se escaparon algunos gemidos, M tapo mi boca, acelero el ritmo, me vine, enterré mis uñas en su espalda, luego él se vino, de nuevo adentro de mi. Me estas volviendo loco, me dijo, me puse mi vestido, salí, fui a mi oficina.

Hice algunas entrevistas en la tarde, en medio de la segunda, me di cuenta que mi oficina tenia olor a sexo, me sonroje, me puse algo nerviosa, seguramente las dos personas que había entrevistado se han dado cuenta también. Fui al baño, me limpie, pero el olor no se iba, decidí ignorarlo y seguir trabajando, hacia más calor que cualquier otro día y el ventilador no funcionaba. 

Terminado la tarde M se había ido de nuevo, lo de la oficina no era suficiente para mi, me sentí decepcionada, sola, aburrida. Bueno, tal vez lo más adecuado es decir que estaba desesperada, hambrienta; sin casi pensarlo fui a la oficina del contador, fui decidida, pero un poco más tarde pensé que había tomado una mala elección, pero claro, no estaba en condiciones de tomar buenas elecciones. 

El contador paso la noche encima de mi, me miraba a los ojos, me penetro como otro desesperado, pero no fue lo que esperaba, demasiado tímido para mi gusto. 


Infierno: primer incidente

Y sin embargo, esta no es la historia del mensajero, que fue solo como un dulce que dura poco. Después de dos semanas intensas de follar casi todos los días, él se fue, tuvo que irse, me pidió ir con él, y me negué, ni siquiera lo dude. Nos despedimos una tarde en el río, follamos y no hablamos, solo follamos, así fue nuestro estilo de conversación. Evidentemente los días siguientes lo extrañe. 

Me adapte muy rápido al trabajo, resulto ser mucho más sencillo de lo que pensé, me empoderé de tal forma que cuando no quería ir a la oficina, simplemente no iba; todo cambio cuando llego M, el coordinador, mi jefe inmediato. Según me dijeron solo iba una vez al mes a la oficina, pues su cargo requería que constantemente visitara otras sedes de la empresa y esta estaba de ultimas en su lista. M era un hombre de 35 años de edad, cabello corto, media aproximadamente 1.75, se veía bastante delgado, siempre usaba lentes oscuros, daba la impresión que siempre tenia resaca.

Me entrevisto, y durante aquella entrevista jamas pude ver sus ojos, lo que para mí resulta bastante incomodo, pues es difícil imaginar lo que puede estar pensando la persona, le es fácil esconder reacciones, expresiones que fácilmente se podrían leer, pero cuando no es posible hacerlo queda una sensación de no saber qué sucedió en la conversación. Pregunto por mi vida personal, ignoro mi experiencia profesional y todo finalizo con una llamada que interrumpió el interrogatorio, me dijo que lo esperara al final de la jornada para hablar tranquilamente, asentí y fui a mi oficina. Encendí el PC con una extraña sensación de incertidumbre, y no miento, pensé que era posible que me fuera a despedir por mi juventud e inexperiencia, de modo que, en mis planes estuvo quedarme tal vez una semana más y regresar a Bogotá, buscar un nuevo trabajo y simplemente continuar.

M tenia otra cosa en mente, me llevo a un bar en el centro del pueblo, pidió unas cervezas, y lo más sorprendente fue que a pesar de la oscuridad del lugar no se quitaba las gafas, el interrogatorio continuo, y digo interrogatorio pues estaba algo intimidada y no me atreví a preguntar por su vida personal; minutos después comenzó a hablar de más, su forma de expresarse podía tener sentido en un momento y luego de súbito carecía de coherencia, toco mi pierna, cada vez estaba más cerca, me hablaba más cerca. El bar estaba casi vacío, solo un par de personas solitarias aquí y allá, M se levanto, fue al baño, al salir intercambio algunas palabras con el encargado del sitio y regreso. Eres las psicóloga que estábamos necesitando, dijo, la psicóloga que yo estoy necesitando, pues tengo un problema grave de erecciones y lo peor es que me masturbo cinco veces al día y no quedo satisfecho, hace meses no tengo una vagina para desahogarme. Puso de nuevo su mano en mi pierna, desvié la mirada a una TV en un rincón, M, subió su mano lentamente, llego a mi coñito, los agarro y dijo: "esto es lo que necesito", me sonroje y no pude mirarlo, simplemente porque sabia que solamente vería mi propio reflejo en sus lentes.

Silencio, un silencio tenso nos envolvió un par de minutos, pero sus dedos se movieron y notaron una leve humedad en mi coñito, luego se puso de pie, me tomo de la mano y me dijo que quería mostrarme algo, me llevo al baño de hombres, se bajo los lentes e intercambio una mirada con el encargado cuando pasamos frente a él; el baño era pequeño, el lavamanos era una gran mueble de madera, había un espejo, M se bajo los pantalones, y me mostró su erección completa y luego menciono que ese era su gran problema. Me tomo de la cintura, me hizo girar y me inclino, la experiencia comenzaba a ser surrealista, noté que las cervezas ya habían hecho efecto en mí, seguramente ya desde hace algún tiempo. Su pene entro lentamente en mi coñito, entro por completo, salio y luego de nuevo adentro, con fuerza como si quisiera atravesarme, me tomo del cabello y me hizo mirarlo en el reflejo, pero de nuevo solo veía sus lentes.

Lo hizo con firmeza, una mano en mi cabello, otra en mi cintura, gemí, y él también lo hacia, el rimo se incremento, mis piernas perdieron fuerzas, me vine y a los pocos segundos M también lo hizo, se vino adentro de mí, lo saco y pude notar al instante que su semen caía desde mi coñito y lentamente recorría mi pierna derecha. M se subió los pantalones y salio del baño, no antes sin darme una sonora nalgada, yo tarde un poco más, ordene un poco mi cabello y salí, no obstante, M no estaba, se había ido, el encargado me miro, sonrió y me dio una cerveza, esta es cortesía, dijo, la tome, me senté y la bebí lentamente. Esa noche en mi habitación me masturbe dos veces antes de dormir, ahora pienso que lo hice solamente para evitar pensar en lo que sucedería la mañana siguiente en el trabajo.