lunes, 29 de febrero de 2016

Noche de barra libre III

Ellos dos se habían ido, estoy algo decepcionada quería compañía, pero una compañía un poco más larga; sin embargo confieso que ha sido divertido.

Me levanto y voy caminando sin rumbo, creo que voy a casa pero no decido el camino. En un punto me doy cuenta que he elegido seguramente un mal camino; en una esquina veo un par de prostitutas que me miran con agresividad, sonrío al pensar que me creen una competencia que invade su territorio, también pasan a mi lado un par de habitantes de calle que dejan un aroma fétido y pesado.

Siento miedo, es un miedo que primero me paraliza, mis pensamientos desafortunadamente quedan congelados y sesgados al temor y las desesperación; escucho los ruidos de la calle, y solo reacciono cuando un taxi choca a una camioneta, el estruendo me distrae, los pequeños vidrios a mis pies, los gritos de la gente. Levanto la mirada, giro hacia mi derecha y puedo ver un bar lleno de gente.

No lo pienso dos veces, y casi por instinto percibo que es un lugar seguro, o por lo menos más seguro que la calle. Al entrar me doy cuenta que en realidad es una tienda, de aquellas que en el día son panadería; en un primer vistazo llegue a la conclusión que la persona más joven tendría alrededor de 57 años.

Un señor se me acerca, me invita a que lo acompañe, tiene un acento extraño que no logro identificar. Pone una cerveza frente a mi, y mi primer pensamiento es rechazarla, pero pienso en la calle y en llegar a casa, por lo tanto la acepto; no es un hombre agradable, pero me siento segura junto a él, y eso es más que suficiente por el momento.

Bueno segura ante otros peligros, pero ciertamente no segura de él mismo. Es un hombre grande, con bigote y barba a medio canar, sus manos son grandes y ásperas como de toda una vida de trabajo con las manos; me dice que es conductor, camisa abierta y muy velludo.

No tuvo que esforzarse mucho, en menos de una hora ya estaba desnuda en la cama de un motel. Se quito su cinturón, y con él ato firmemente mis manos a la cama, no puedo moverme, su pene esta duro, mojado en la punta cuando roza mis pezones, lo hace suavemente, luego sube y restriega su verga en mi rostro.

Sus manos ásperas empiezan a tocarme, las piernas, los senos, el rostro, mi vagina. Abre mis piernas y con firmeza pone su palma contra mi vagina, mueve su mano haciendo que su mano y mi vagina entren en una fricción humeda, no pongo resistencia.

Se arrodilla frente a mi, y sube, haciendo encima de mi pecho apoyando sus rodillas en la cama.

-abra la boca y mamelo- me dice agresivamente.

Enseguida la abro y sin esperar mete su pene en mi boca; lentamente lo saca y lo mete de nuevo, lo masajeo con mi lengua, y puedo ver sus expresiones de un placer negado durante años.

-que rico lo mama- dijo, lo saco, retrocedió disponiéndose a penetrarme.

Se dejo caer pesadamente sobre mi, y me penetro rápidamente; me beso mientras lo metía y sacaba con firmeza, lentamente, lo deja adentro un momento, lo va sacando lentamente y rápidamente una envestida violenta, gimo y grito, eso le encanta.

-quiero dejarla preñada- me dice, nos miramos a los ojos, lo saca, y lo me lo mete violentamente; no respondo, solo lo miro y grito cada vez mas fuerte siempre que me penetra.

-yo respondo- dice al tiempo que me lo mete violentamente de nuevo.

No puedo moverme, me duelen mis muñecas, trato de decirle que las afloje, pero ignora mi petición, apaga mi voz con una nueva envestida. Me lastima, pero mi cuerpo extrañamente se apega más a él. La cama rechina, la cabecera de la cama golpea contra la pared.

Una nueva envestida, mi cuerpo comienza a restregarse contra el suyo, su ritmo cambia, ahora es rápido y profundo, tan intenso y tan profundo que pronto llega mi primer orgasmo, él se percata, acelera su ritmo y llena mi vagina de su semen.

Se incorpora, de nuevo de rodillas en la cama frente a mi, puedo ver como contempla mi vagina; a continuación inicia a frotar mi clítoris con intensidad, con la otra mano busca meter un dedo en mi culo...y lo hace fácilmente.

La sensación es demasiado para mi, si intensidad, no puedo hacer nada para impedirlo y viene sin aviso la explosión que deja empapada su cara, quedo exhausta en la cama; él sigue buscándome, se acuesta a mi lado, busca mi vagina de nuevo con sus manos, me frota con intensidad... cada vez mas rápido, percibo que mi rostro esta caliente y rojo, mas rojo que nunca.

-todavía sale más- dice con una gran sonrisa en su rostro.




jueves, 25 de febrero de 2016

Noche de Barra Libre II

Estoy de nuevo aqui, solo viviendo, solo dejando que la vida pase. Una cerveza helada en mi mano, el aire huele a cigarrillo; mis ojos están fijos en un concierto de los Guns ´n Roses, la música esta a todo volumen.

Veo rostros conocidos, veo sonrisas que interpreto como irónicas; he estado viviendo al mismo bar por un par de semanas, llego sola y siempre me voy acompañada. Espero que hoy sea una de esas noches.

Aprendí a facilitar las cosas, es mejor ir en minifalda y sin ropa interior, ya que se la suelen "robar", para tener una especie de "recuerdo". Esta noche llevo solo una corta minifalda que me queda ajustada y una chaqueta negra, pequeña, abriga muy bien, y debajo de la chaqueta absolutamente nada; apenas entro bajo la cremallera para dejar un profundo escote.

Se sientan en mi mesa dos hombres que ya he visto un par de veces acá; no sé si están ebrios o están drogados, de sus labios solo salen frases incoherentes acompañados de gestos de una ansiedad casi incontrolable.

Se muestran sin embargo muy seguros, el primero de cabello largo, rizado y negro se hace a mi derecha, el otro de cabello corto a mi izquierda; no son tímidos en mirar mi escote a pesar de cruzarse con mi mirada ocasionalmente. Estoy segura que me han observado... y que me han estado esperando.

El de cabello largo baja por completo la cremallera de mi chaqueta, ambos se ríen nerviosamente mientras ven y tocan mis pezones. Inmediatamente me pongo húmeda, sus manos tocan mis piernas, mis muslos, mi vagina. Les digo que nos vayamos, e imagino una noche larga en un cuarto, una noche de placer.

Estoy más ebria que las otras noches, puedo caminar sin problemas, pero en ocasiones es como sin levitara en lugar de dar pasos, es una sensación extraña. Ellos me acompañan a mis lados, de vez en cuando me manosean, voy caminando con la chaqueta abierta y no me importa, me siento juguetona.

Llegamos a un callejón más oscuro que los demás, veo que el de cabello corto saca una caja de aguardiente de su maleta, se lo pasa a su compañero; enseguida el de cabello corto me toma del brazo arrimándome contra una pared llena de grafitis descoloridos, aprieta con fuerza mis pezones, el otro pone la caja de aguardiente en mi boca y me hace beber 1/4 de la caja, al final no puedo más y un poco se riega por mi cuello y mis senos. El de cabello corto lame y chupa mis senos que están empapados de aguardiente.

-Abra las piernas putica- me dice el de cabello corto, y mis piernas se abren para él.

De un solo empujón su verga entra hasta el fondo de mi vagina, sale un pequeño grito, más de sorpresa que de dolor o placer; lo saca de nuevo suavemente, y de nuevo con fuerza me penetra, esta vez su compañero tapa mi boca para apagar mis gritos. Me dejo llevar, cualquier otra viviría esto como una violación, yo en cambio lo vivo como un placer pervertido, sin embargo no dejo de sentir cierto abuso... y me encanta.

-Le voy a llenar esa cuca- me dice, lo que me hace mojar más y me lleva a una cadena de sensaciones y emociones, entre miedo, placer, tristeza y más placer... y un fuerte orgasmo, seguido por una sensación húmeda y caliente que empieza a salir de mi vagina cuando él se detiene.

-Deme culo- dice el de cabello largo, lo cual no me sorpende, me sorpende más mi respuesta.

-Rompeme el culo- respondí, mientras me daba vuelta, apoyaba mis manos en la pared y sacaba cola. Frunci el ceño extrañada por mis palabras.

Primero metió su verga en mi vagina, lo hizo con delicadeza, entraba y salia con paciencia... como si tuviera toda la noche para hacerlo, un dedo entro en mi ano, luego dos y tres, que movía con cierta intensidad. A continuación los saco, y saco su pene, percibí la punta de su verga en mi ano.

-Relájese- susurro en mi oído, y luego me penetro con fuerza.

No fue delicado en ningún momento, su ritmo es frenético desde el inicio, como si estuviera esperando esto por demasiado tiempo; su mano en mi boca es la que evita que llene de gritos la noche, y de repente recuerdo esa primera vez cuando mi profesor del colegio me introdujo en el sexo anal.

Mis piernas desfallecen, no me puedo mantener en pie, pero él con sus envestidas me sostiene, los mete y lo saca rápidamente, con intensidad, como con la intensión firme de lastimarme... hasta que el dolor placentero es seguido por un pseudo-alivio provocado por su semen que llena mi culo.

Se aleja, y mis piernas se doblan, mi respiración es muy agitada, estoy sudando, el suelo esta frío, no puedo moverme; intento ponerme de pie y fracaso, busco que me ayuden a ponerme de pie, me doy cuenta que estoy sola.




lunes, 22 de febrero de 2016

Noche de barra libre

Es apenas martes, me quede en la U sin sentido alguno, se paso la tarde sin darme cuenta; son más de las 8:00pm y la sola idea de ir a casa en transmilenio me aburre.

Voy caminando sola, hace frío, voy en minifalda y siento mis piernas casi congeladas; hay poca gente, no es como un viernes que es casi imposible caminar por ciertos sectores, no tengo una cita, no tengo nada, voy caminando y mi rumbo es incierto.

Me encuentro con un letrero mal hecho y viejo que dice "barra libre para mujeres". No estoy segura de entrar, pero por alguna razón no suena tan mal, además puede que encuentre un rumbo adentro.

Es una casa vieja, el bar queda en el segundo piso, las escaleras son de madera vieja y a cada paso tengo la sensación que se va a romper; la música esta a medio volumen, escucho risas y personas conversando, creo que solo ponen rock en español.

Esta oscuro, tengo esa sensación cuando se llega a cine y la película ya ha iniciado. Voy directo a la barra y tomo asiento, es el único lugar con una iluminación decente; apenas iba a abrir la boca cuando ya tenia una cerveza en la mano, esta helada y rápidamente pense que habría sido mejor un capuccino.

Mis ojos van acostumbrándose a la oscuridad, puedo ver que no hay muchas personas, sin embargo no distingo sus rostros, asumo que la mayoría serán estudiantes de la universidad.

Alguien pone una mano en mi cintura y me habla.

-Hola preciosa, estas como muy sola- es una voz de un hombre presumiblemente mayor, pero al verlo no lo es tanto.

-Hola...- respondí lentamente.

Su aliento de cerveza y cigarrillos inundo mi espacio personal, por un momento paso por mi mente ignorarlo, sin embargo fue insistente.

-Ven me acompañas, yo te cuido de todos estos pervertidos- me respondí a mi misma que seguramente él seria el más pervertido, la forma que me miraba era la de alguien que no veía a una mujer en años.

Dice que su nombre es Hair, creo entender que esta prestando el servicio militar o es soldado profesional. Hair es un hombre grande con cara de niño, su rostro muestra uno quince años de edad, pero dice que tiene 22; su forma de hablar me hace pensar que en otras circunstancias este hombre me estaría pidiendo mi celular con una navaja en su mano.

-Me llama la atención que estés sola y a estas horas en un lugar así...- con cada palabra parecía acercarse más a mi, con la segunda cerveza ya estaba mareada y accesible.

No respondí, y no reaccione de manera particular cuando puso su mano en mi pierna; habla mucho, tal vez demasiado cuando esta tomando; mi atención esta en su lenguaje corporal, su cercanía, su mirada morbosa y mis latidos.

Me dice que nos vayamos, acepte, me dice que vayamos a algún lugar pero no entendí y no pregunte, tomamos un taxi, me recosté en su pecho, no estoy ebria, creo que solo no tengo energías. En poco tiempo llegamos a un parqueadero, debe ser algún motel en chapinero.

Hair habla con alguien y le dan una llave, solo tenemos que ir al segundo piso; tomamos las escaleras, es la habitación del fondo me dice. El pasillo es oscuro, nada especial, el piso es como el de cualquier apartamento en cualquier barrio de Bogotá.

La habitación tiene un espejo en el techo, justo encima de la cama; es bastante grande e iluminado, voy a la cama enseguida y me acuesto boca arriba. En el reflejo vi que él se desnudo rápidamente, y se acerco a quitarme las botas...y toda mi ropa.

-No me gusta usar condón- me dijo al oído, al tiempo que me penetro lentamente. No dije nada, sinceramente no me importo.

Pude darme cuenta de lo húmeda que estaba al sentir como su pene entraba y salia con facilidad generando un sonido que me excitaba más. Me aferre a él, su espalda ancha hizo que me entregara con mayor facilidad, estoy dispuesta a todo.

-Llevaba 11 meses sin nada de nada- me dijo, mientras llenaba mi vagina de varios chorritos de semen.

No alcance a venirme, fue inesperado que se viniera así de rápido, me sentí algo frustrada, quise ponerme de pie pero Hair me detuvo, y empezó a moverse de nuevo. Con intensidad sentí su pene dentro de mi, y como mi cuerpo le pertenecía.

Abrí mis piernas, mordí su oreja, arañe su espalda con intensidad cuando por fin pude venirme, él no se detuvo.

-No se lo quiero sacar mi amor- dijo, puso mis piernas sobre sus hombros y busco una penetración más profunda.

Mis gemidos fueron en aumento, y también mi humedad, clave mi mirada en el reflejo del espejo del techo. Se aferro a mi, casi no podía moverme, él dominaba mi cuerpo y movimientos.

Después de la 1:00am, me levante al baño, Hair estaba ya durmiendo, exhausto, percibí como salia un montón de semen de mi vagina; me mire a mi misma, por un lado me sentí mal... pero por otro muy bien.

Volví a la cama, sabia que quería más, lo busque, me hice a un lado y busque su pene, lo metí a mi boca; se puso duro rápidamente, lo chupe con intensidad, y luego me hice encima... lo guié a mi vagina y me lo metí.

-No quiero dormir- le dije.