jueves, 17 de diciembre de 2020
¿Dónde esta mi ropa?
miércoles, 16 de diciembre de 2020
Tentativa de inventario de los hombres que me folle a mis 20 años de edad
Dos estudiantes de un colegio, un futbolista en un equipo de Cali, tres estudiantes de ingeniería de sistemas, cuatro de ingeniería civil y uno de ambiental. Tres compañeros de trabajo, seis estudiantes de psicología. Un vigilante de la Universidad.
Siete profesores, tres profesores de colegio. El rector de un colegio del sur de Bogotá y el rector de un colegio en Barranquilla. Tres policías, seis solados profesionales. Cuatro policías bachilleres. Un desconocido que conocí en una disco por la 80 y no supe a qué se dedicaba. Un panadero que me enseño a hacer pan.
Un mesero de un restaurante famoso en San Antonio. Un taxista en Cali y un atleta de la selección del Valle. Un abogado con el que jugamos a que era su secretaria en su oficina en Lourdes. Un ingeniero peruano que estaba en un congreso, tres argentinos: un periodista, un pintor y un poeta. Un brasilero que estaba de intercambio.
Un periodista español que me ofreció llevarme a vivir a Sevilla. Un alemán con el que no hablábamos. Dos estriper y un "masajista". Cuatro ex-compañeros del colegio que me buscaron en tiempos de necesidad. Diez contactos de adultfriendfinder.
El de la finca en Anolaima, el de la finca en Agua de Dios y en Tenjo. Tres barmans y un piloto de helicóptero.
sábado, 5 de diciembre de 2020
Un día como hoy
Hoy estoy algo triste. No tengo una razón en particular para estarlo. Por más que reflexione en este momento todo en mi vida marcha tal como deseo. Creo que es bueno estar así de vez en cuando, afortunadamente no me pasa muy seguido.
Recordé a una amiga que sufre de depresión, ¿alguna vez han hablado con alguien con depresión mayor? es bastante aburrido, por ello nunca me dedique a la psicología clínica.
Cuando estoy así, mi libido no disminuye, pero mi desempeño en la cama cama sí resulta ser algo diferente, suelo ser menos activa. Así que, desde hace tiempo identifiqué que en estos días necesito un hombre dominante, que no tenga muchas ganas de hablar y que solo quiera jugar.
miércoles, 2 de diciembre de 2020
Ataduras y esposas
Mis pensamientos libidinosos iniciaron al cumplir los 17. Por alguna razón me sentía grande, pero también curiosa, inexperta y con la idea de vivir una vida sexual plena. Así que, si no estoy mal, mi primera fantasía se relacionaba con ser atada a la cama. Es posible que lo haya visto en una película o tal vez solo vi unas esposas, lo cierto es que durante semanas imaginaba una escena en donde un hombre entraba en mi habitación, y sin decir nada me ataba y me follaba.
No le dije a nadie, creo que aun tenia temor por compartir ese tipo de ideas, pues me preocupaba que se burlaran de mí. Luego de cumplir los 18 y ya con algunas semanas viviendo sola, comencé a salir con alguien, él era casado y solíamos vernos los viernes, iba por mi a la U, e íbamos a algún motel o a tomar algo.
Fue mi primera experiencia, me atreví a contarle esa fantasía y lo hizo como un experto. Me esposo a la cama, vendo mis ojos y se dio gusto. No se imaginan lo mojada que quedo esa cama. Ahora que lo pienso fue mi primer squirt, moje su pecho, lo que hizo que nuestros cuerpos resbalaran el uno contra el otro.
Tuve orgasmo tras orgasmo, y él lleno mis tetas y mi vagina con su semen. Fue una relación muy intensa y pude vivir a plenitud mi fantasía. En cierta ocasión tuve curiosidad por atar a un hombre, lo espose a mi cama, se lo chupe y lo cabalgue, no obstante, confieso que me hacia falta sus manos y su tacto con mi cuerpo, así que, no suelo hacerlo.
El año pasado conocí un hombre sumiso, sus fantasías tenían que ver con ser dominado, atado y humillado. No funciono. Me aburría hablar con él, nuestro único encuentro se resume en que lo ate y lo cabalgue muy lentamente, mientras tenia mi celu y escuchaba música. No fue tan malo, pero cuando me acuesto con un hombre siempre espero que todo sea algo más salvaje.
En otra ocasión, un jovencito con poca experiencia me ato, pero fue demasiado tímido, lo que inevitablemente llevo a que le pidiera que me desatara e hiciéramos lo tradicional. Entiendo que hacer esto no es para todo el mundo.
Mi primer par de esposas eran de plástico y tenían un peluche rosado. Solo duraron una noche, estaba con un amigo de la U, con el cual solíamos ser algo salvajes, y el resultado fue que se rompieron. Sin embargo, recuerdo haber reído hasta casi llorar por la situación.
Hoy en día tengo dos pares: uno de cuerda, que si se ajusta adecuadamente es bastante interesante; otras de metal, que pueden en ocasiones lastimar mis muñecas, pero solo ha sido cuestión de adaptarme. Tal vez, si me conoces, te diste cuenta que las suelo dejar a la vista en mi mesita de noche. No es un mensaje subliminal, es simplemente mi forma de mostrar que estoy dispuesta a jugar.