viernes, 6 de noviembre de 2015

Diario Libidinoso IV: Seducida por el lado oscuro de la fuerza


(31-10-2015)


Soy una enfermera, no, soy una enfermera sexy, con estetoscopio colgado al cuello, con él no puedo escuchar el corazón, es de plástico, tal ves podría romper alguno, o aún mejor atar las manos de alguien. No estoy buscando corazones fracturados, más bien quiero la cercanía de uno cálido y que acelere con mi presencia.

Me invitaron una fiesta de Halloween, es algo que desde hace años me encanta, me divierte; solo conozco a uno de los anfitriones de la fiesta, que se decidió por hacerla en su propia casa, no es muy grande, pero fácilmente hay alrededor de cincuenta personas. Llegue a la fiesta casi a las 10:00 pm, sonaba música electrónica que podía escucharse hasta la esquina de la cuadra, hay luces, muchas lamparas de calabazas que dan un tono naranja tenue, y rayos de luz azul que proyectan estrellas en las paredes.

Lleve un vestidito corto que apenas tapa mi cola, blanco con franjas rojas en los bordes y con una cruz roja en el pecho, un pequeño gorrito de enfermera, el estetoscopio, y por diversión no me puse ropa interior. Tome un vaso de cerveza que me ofreció un hombre lobo tan solo al entrar a la sala, todos estaban bailando, pude ver a Tarzan, un pitufo, a Naruto, a Thor, entre otros.

Me integre rápidamente al baile, con el vaso en la mano seguí el ritmo de la música, Dracula se me acerco por mi espalda, puso una mano en mi cintura y se adapto a mi ritmo, jugando en ocasiones a clavar sus colmillos en mi cuello, lo que me pareció divertido, grite como pidiendo auxilio, él rió. A mi costado esta una conejita de Playboy, rubia, llama la atención de todos con sus movimientos sensuales y su voluptuosidad; a lo lejos un gladiador negro, su cuerpo lleno de aceite, él es que tendrá la mejor noche de todos los que estamos reunidos, todas se derriten por él, pensé.

Una luz roja se poso en mi hombro y un zumbido familiar casi arquetipico hizo eco en mi oído, me di vuelta y me sorprendí ver a Darth Vader con su brillante espada de láser, me cubrió con su capa; tenia una mascara que tenia todos los sonidos del personaje, su respiración y distorsionaba su voz de una manera que me entusiasmo.

-Yo quiero...- dije y le quite la mascara, me la puse, me di cuenta lo difícil que era ver con eso puesto.

Lo mire, era bastante alto, 1.90 como mínimo, y con un rostro tan juvenil que sentí algo de pena, es un niño, pensé.

-Devuélveme la mascara, no eres digna- exigió con un tono de sarcasmo machista.

-Puedo sentir tu ira... niño-

-Más bien contento de ver una enfermera sexy-

-La fuerza es débil en ti... niño-

Me tomo entre sus brazos invitándome a bailar un ritmo más lento, haciendo frotar nuestros cuerpos, sus manos bajaron y... me tocaron, primero mi abdomen al que dedico un buen tiempo, el volumen de la música se incremento, la gente estaba más animada, no entendí la razón, me quite la mascara, y si que las personas formaron un circulo.

-Ven, miremos qué pasa- dijo mi acompañante, me tomo de la mano y me halo hacia el grupo.

Nos abrimos paso, y era una escena digna de cualquier película porno, la conejita cabalgando al gladiador negro, que afortunada era ella, y mientras pensaba eso mi acompañante subió un poco mi vestido, y puso su mano en mi coñito; no dije nada, no hice nada, él entendió que podía continuar, entonces froto mi vagina suavemente, todo facilitado por una humedad que tenia casi desde que llegue a la fiesta.

Cuando me llevo al segundo piso, me percate que en varios de los cuartos ya habían parejas follando, creo que sucede mucho en Halloween, y en fiestas de esta clase; cuando entramos en un pequeño cuarto, había una pequeña cama y no tenia luz, de modo que la única luz era el rojo de su espada que apenas si permitía hacer algunas distinciones, entonces entendí por qué todas las puertas las habían dejado abiertas.

Él me tomo del brazo y me llevo a la cama, me tomo del cuello obligándome a ponerme en cuatro, subió mi disfraz un poco, se arrodillo en el suelo al borde de la cama; enseguida con dos dedos estimulo ligeramente mi clítoris, luego percibí su lengua que se deslizo por la mayor cantidad de mi superficie vaginal posible, gemí, me fascino la sensación, pues tuvo toda la paciencia del mundo, no parecía cansarse, su lengua jugaba y jugaba.

A continuación un dedo en mi culo, que se abría paso lentamente pero con constancia, su lengua no se detenía, enseguida su dedo entro casi todo, luego metió un segundo dedo, comenzando ha hacer algunos movimientos circulares, después sus dedos salina y entraban; se puso de pie, estaba esperando su verga, pero sentí algo diferente que entraba en mi ano, mire por encima de mi hombro y vi que me estaba metiendo su espada láser, brillante y cálida.

-No soy un niño- dijo, y lo metía y sacaba.

Se acerco y con la otra mano comenzó a meter sus dedos en mi vagina, logrando rápidamente que me viniera... me desplome como si el orgasmo fuera un golpe, mi amante saco la espada y sus dedos, se puso de pie colocándose un condón con una prisa que me hizo entender que temía que yo no tuviera más energías o deseo.

-No he acabado- y se hizo encima de mi, metiendo su pene de un empujón en mi culo, se dejo caer sobre mi, lo metió hasta el fondo, mordió mi oreja, y se aferro a mi.

Sus movimientos se hicieron bruscos, agresivos como queriendo demostrar que era un hombre y no un niño, grite, dolía, ardía, sentía placer, me encantaba lo que me estaba haciendo; su capa me cubría lo que hacia que se acumulara nuestro calor, sudábamos, me movía como desesperada bajo su peso.

-Pontela... y... - tome la mascara con mi mano, se la mostré, él la tomo y se la puso. Se escapo de mi una pequeña risita, por la escena un tanto graciosa.

Él lo tomo como burla, se puso de pie, me puso en cuatro, y con fuerza siguió penetrándome, duro, fuerte, como queriéndome lastimar y dejar una marca, para nunca olvidarle.

Lo permití.

Lleve mis dedos a mi boca, los humedecí y luego los puse en mi clítoris, busque un nuevo orgasmo, mientras mi amante tomo un pequeño respiro y retomo buscando terminar. Grite mas, gemí...y me vine, casi al tiempo él saco su pene, se quito el condón y se vino en mi espalda.

Mi amante entro al baño y boto el condón, se fue de la habitación y desapareció, no lo volví a ver; yo me quede un rato más en esa cama, tratando de decidir si irme a casa o bajar y seguir en la fiesta.

Decidí quedarme. Me tarde en bajar, me tome mi tiempo para relajarme y limpiarme con una toalla del baño.

Me encontré al fin con mi amigo cuando baje de nuevo al primer piso, me dio la bienvenida y fue como empezar la fiesta de cero, me divertí, tome y baile. Horas mas tarde estábamos en su habitación, follando después de que la fiesta había terminado y que la mayoría de personas se había ido, usualmente cuando nos vemos le gusta el anal, y esta noche él lo deseaba, esperaba la hora de poderme dar por mi culito, sin embargo tuve que decirle:

-no, por atrás no- cuando vi su intención, hice un gesto con la mano para ser clara.

-¿en serio?-

-Si, enserio, hoy no quiero- pensé en el niño Vader... sí, definitivamente había ira en él.