lunes, 2 de abril de 2018

Casita Libidinosa: Exploración

Me despierta el canto de uno de aquellos pájaros amarillos, esta todo iluminado, y siento en mi cuerpo la languidez usual después de una noche de sexo, Sergio ya no esta en la cama, me había dicho que estaría todo el fuera, pero que me quedaría en compañía de los perros, que ellos me cuidarían, lo cual no me hizo mucha gracia la verdad. Me tome mi tiempo en la cama.

Me pongo las medias y una botas que Sergio me presto para mis excursiones, eran de su hermana y me calzaron a la perfección; no me moleste en vestirme, decidí ir desnuda, fui a la cocina, me prepare unas tostadas y unos huevos, debía oler muy bien, pues desde las rejas ambos perros estaba salivando. 

Después de desayunar me detengo a ver el paisaje desde el comedor, se ve mucho más vivo hoy, el sol esta en pleno y hace calor, la camioneta no esta, se me hace divertido pensar en recorrer la finca completamente desnuda; abro la reja y salgo lentamente, bajo por el camino de piedra, me detengo un momento cuando escucho a los perros ladrar en la puerta, bueno al menos estarán entretenidos ladrando a cualquier persona que pase por el camino, sigo bajando, miro en la finca vecina que tienen toda una plantación de café, lo reconozco por las pepitas rojas, continuo mi camino. Al terminar el camino de piedra me agrada la sensación del roce del pasto en mis piernas, no tengo prisa, es mas, me olvido de mi desnudez, siento todo muy natural.

Llego a la cerca, la corro, paso y la vuelvo a cerrar pensando en que los perros no me persigan y me den el susto de mi vida, ahora están callados y no sé donde están, seguramente durmiendo; seguí el camino, el mismo de ayer, pero esta vez no subo a la casita, voy por el camino de bajada, escucho algunos pájaros, también el sonido de una sierra a lo lejos y perros a una distancia que no me preocupa. El camino es mucho mas angosto, y lleva a una bajada que decido no hacer, detrás hay tres arboles de troncos secos y gruesos, de pie disfruto el paisaje, tranquila, desconectada o mas bien conectada con el presente.

-Vecina, buenos días tenga- dijo alguien tranquilamente, confieso que me toma por sorpresa, o mas sencillamente digo que me asusto. Es un trabajador de la finca donde plantaron todo ese café, esta sin camisa, sudando y me saluda desde detrás de la cerca.

-Buenos días- contesto tranquilamente.

-¿puedo pasar?- me pregunta cortesmente, y asiento al no encontrar un real motivo para decir que no.

Se agacha y de un paso dado con precaución atraviesa la cerca de alambres, apoya sus manos en el suelo y sube con relativa agilidad, solo al estar a mi lado me hago consciente de mi desnudez, no obstante, me quedo tranquila, nunca he tenido el reflejo de cubrir mi desnudez, y creo que eso le llama la atención.

-¿Qué hace sólita por acá vecina?-

-Estaba explorando, disfrutando del paisaje, es bien bonito por acá, entonces hay que aprovecharlo-

-Si es bien bonito, pero usted mi vecina, es mejor paisaje- mientras dice esto, me doy cuenta que ha empezado a frotarse la entrepierna.  

Solo sonrío, lo miro a los ojos y luego aparto la mirada, es un hombre fuerte, de espalda ancha; centro mi atención en la cerca, en los limites con la otra finca, me doy cuenta que el ruido de la sierra se ha ido, presumo que él era el que estaba trabajando con la sierra, de todos modos no es un misterio que me quite el sueño. Me fijo de nuevo, y se nota como su pene esta muy duro en su pantalón.

-Vecina, aquí tengo lo que necesita- se bajo los pantalones, hasta la rodilla, su pene se me muestra totalmente erecto. Se acerca a mi, me toma del antebrazo, con firmeza, con seguridad, me dejo llevar, apoya mis manos contra un árbol, me hace inclinar levemente, toca con sus dedos mi vagina que ya esta bastante húmeda, él me da una gran lamida desde mi clítoris hasta mi coxis ... aquello casi me hace perder la razón.

Siento la punta del pene en mis labios vaginales, con un ligero movimiento percibo como me entra poco a poco, hasta que entra todo, el hombre pone ambas manos en mis hombros, enseguida comienza con un ritmo constante y rápido. Escucho una voz que llama a alguien.

-Venga marica, entre por la esquina, estoy con la vecina- le dice al que llamaba en tono de cómplice. No aminora su ritmo, mis gemidos inundan ese espacio, escucho pasos en la hierba y luego un silbido.

Cierro los ojos por un momento, me concentro en las sensaciones de mi cuerpo, estoy empapada de sudor, en mi vagina hay una explosión de sensaciones placenteras, en mi hombro me doy cuenta de que cada vez aprieta mas sus manos en mi, signo de que esta a punto de venirse. Me vengo yo primero, se me doblan las piernas pero él no me deja caer y mantiene mi posición, él se viene, se hace a un lado y otra persona toma su lugar, no pierde el tiempo y me penetra con fuerza; escucho más pasos en la hierba, escucho conversaciones, escucho algunas risas, no logro entender con claridad. Termina este segundo, viene un tercero y un cuarto.

Es surrealista, estoy sola de nuevo, como si nada hubiera sucedido, pero mi cuerpo me dice que sí sucedió.

Regreso a la casa, me tardo el doble de tiempo o el doble de esfuerzo, o tal vez sean ambas al tiempo, me quito las botas y las medias, entro a la ducha, me siento sucia, con fluidos y sudor de esos hombres, pero la sensación me excita, aprovecho y me toco. 

Sergio me llama preocupado, temiendo que este aburrida, le digo que no, que esto era lo que quería -claro las sorpresas han sido bienvenidas también- , me dice que dejo algo para comer, preparo mi almuerzo y disfruto una limonada de menta con ingredientes de la huerta, lo cual me genera emoción, me tomo todo con calma, no tengo tiempos que cumplir, es sol ya no esta tan brillante, empieza su camino al ocaso, son aproximadamente las 4PM, y no he dejado de pensar en lo de esta mañana, ha sido algo extraordinario. Miro de nuevo el paisaje, y por impulso quiero volver allá. Escucho de nuevo la sierra, los pájaros y regreso, voy hasta la cerca, me dirijo por el mismo camino, voy al mismo árbol y me apoyo de la misma manera, me quedo quieta esperando que el sonido de la sierra o otro sonido me indique movimiento; la sierra deja de sonar, de nuevo los pasos, no sé cuantos son, no los miro, solo escucho.

Me incorporo, me devuelvo en el camino, escucho que me llaman voces que no me son familiares, voy al camino de subida, a la casita, entro, hay una mesa de madera en medio de la casita, me apoyo igual que lo hice en el árbol.

-Cómo usted quiera vecina- escuche que dijo alguien.

La luz del sol entra directamente por el marco donde debería haber una puerta, cuando miro atrás el solo es cubierto por las siluetas de un grupo de hombres, algunos restregándose la entrepierna con sus manos, otros con su pene ya afuera.

-Qué preciosura de muñequita-

-Bienvenida mamita!!-







1 comentario:

  1. Hola

    Excelente historia, cuando sucedio, en q pueblo, me dio curiosidad ;)

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