jueves, 7 de junio de 2018

Toxic Love: psycho


No soy la mejor trotando, y definitivamente no me considero una mujer disciplinada en cuanto a la actividad física se refiere, no obstante, algunos días del año -aveces meses- acostumbro levantarme temprano y dar dos vueltas a un parque cerca a mi casa. Es ahí cuando me doy cuenta de los verdaderos deportistas, puedes ir cualquier mañana del año y ahí están, disfrutando el parque y la actividad física. Ayer en la noche pensé en la ultima vez que había salido a trotar... no fue fácil, pero estoy casi segura que fue en agosto de 2017. Pensar que si me descuido podría cumplir el año me lleno de cierta vitalidad.


Y así lo hice, salí esta mañana, mucho sol, y reconocí varias personas que imagino deben llevar años haciendo ejercicio. Lo hice despacio, a un ritmo bastante moderado, con el objetivo de no ahogarme y evitar cualquier molestia muscular, no quería perder en absoluto mi capacidad de subir escaleras. 

Conocí un hombre ese día, negro, alto, lleno de tatuajes, aproximadamente 1.80 de alto, sin camisa, totalmente seguro de si mismo. Me habla, me pongo nerviosa, no sé si huir, ignorarlo; pero él es hábil, sabe captar la atención de una mujer sin mucho esfuerzo. Trato de sonreír en ocasiones, también intento parecer seria e inexpresiva, pero me doy cuenta de los movimientos extraños de mis mejillas y mi rostro, me sonrojo.

Pase el día con él, y no pude negarme a pasar la noche con él; su pene evidentemente es coherente con su cuerpo, parece un musculo bien ejercitado. Al tenerme en sus brazos puede experimentar el volverme mantequilla, sin huesos y sin músculos, me deje llevar por su voluntad, cada cabello se movió debido a la voluntad de él. Abre mis piernas, me penetra con fuerza, y empiezo a pensar... pero no.

Pone sus manos en mi cuello, aplica presión, me excito, lo siento terriblemente erótico, cierro los ojos y me entrego completamente, mi respiración se hace irregular; la presión aumenta y no se detiene, abro los ojos, recibo una bofetada, me cuesta respirar, intento gritar o decir !basta¡, pero no puedo, no salen palabras, mis fuerzas son inexistentes en todo mi cuerpo. Luego, mi cara es cubierta con tres chorros de semen espeso, la presión termina, y el oxigeno entra. Él me toma del brazo, me pone de pie, me apoya contra la pared, me penetra de nuevo, de nuevo sus manos van a mi cuello, trato de evitarlo pero su fuerza me supera ampliamente, mi cabeza choca levemente contra la pared, una mano suya cubre mi cuello, la otra mano pellizca mi pezón.

Quedo claro para mi, que buscaba hacerme daño, la pregunta que me hice es ¿qué tanto?, cerré los ojos, sentí morir...

Al despertar al otro día me dolía todo, estaba sola...






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