- Creo que me he masturbado unas cincuenta veces leyendo tus historias- mientras tocaba mis piernas por debajo de la mesa.
-¿En serio?- pregunte casi por reflejo.
-Sí, en serio, tengo unas que son mis favoritas- subió su mano hasta mi nalga, y la apretó con fuerza.
-¿Cómo cuales?- inquirí, con la seguridad de que no podría contestar.
-La del profesor es exquisita, imagino una colegiala muy traviesa, aquella en el taxi es toda una aventura de copas, tus reuniones... - cerro los ojos como queriendo recordar escenas de una película.
-Mhmm bastante bien, si me has leído- jugué con mi cabello y abrí un poco mis piernas.
-Es como si ya te conociera; apuesto a que no traes ropa interior... ¿o me equivoco?- y me lanzo una mirada como haciendo una solicitud.
-¿Por qué no lo compruebas?-
que suerte la de ese hombre
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