Esa ultima noche no hablamos, solo culiamos. En esos momentos de descanso había silencio resultado de un pacto no dicho; él empezaba o yo lo buscaba y disfrutamos de nuestros cuerpos. Cada embestida la entendí como un esfuerzo en quedarse en mi memoria.
Sentí su verga como llegaba a mi garganta mientras me tomaba del pero y nuestros ojos tuvieron contacto, él de pie, yo de rodillas. Gin, dijo que iba a partirme el culo para que no pudiera sentarme en una semana. Me ato a la cama, y centro su atención en mi ano. Dolor y placer fueron los protagonistas de esa ultima noche.
A la mañana siguiente, mis amigos me esperaban en la camioneta, regresábamos a la ciudad; al tiempo que me llamaban, Gin me estaba clavando en la cocina, me tenia alzada y apoyada en una mesa. Se vino adentro de mí mientras me decía que le gustaría verme de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario