martes, 10 de noviembre de 2020

La primera mañana con Francis

 Francis me hizo el amor como un desesperado, al estar juntos en mi cama, luego del tercero de la noche me comentó que hace más de dos años que no estaba con una mujer. Luego, abiertamente me comunicó sus intenciones de tener algo más estable conmigo. Sonreí y acepté sin dar tiempo a silencios incomodos o a pausas que facilitaran la externalización de mi incomodidad.

Ahora que lo pienso, dije que sí porque no quería lastimarlo, pero en mi interior habían gritos de NO que eran difíciles de callar. Así que lo que hice a continuación fue mamarselo a Francis; su pene no es especialmente grande, pero es particularmente firme y duro, pareciera que siempre estuviera así. 

Era el cuarto, así que en mis tetas apenas cayeron algunas gotas, mientras Francis caía agotado en mi cama. 

A la mañana siguiente, me despertó su lengua jugando con mi clítoris; no tardó en penetrarme de nuevo, mientras me decía que amaba estar dentro de mí. Me trajo un café, lo tomamos en silencio en mi cama, puse especial atención en como su semen bajaba por mi vagina y mojaba la cama, casi que podía seguir el recorrido de cada gota. 

Luego tuvimos la conversación. Acordamos que se mudaría esa misma semana. 

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