En el transcurso de los días, mi apartamento había cambiado. No soy una loca del orden, pero por lo general entrar a mi apartamento siempre genero una sensación de un espacio abierto. Pero ahora, entrar era como una aventura en una bodega con cajas sin etiqueta.
Hay boxers en la sala, en el suelo, medias en el comedor y
en el baño.
Mi cuerpo deseaba a Francis, pero mi cabeza y mi corazón
estaban agotados. Convivir con alguien me resulta agobiante y sin sentido.
Una noche al llegar, Francis estaba desnudo en el sofá, con
una erección. Tal vez viendo porno. Me desnudé, me senté en él de frente. Nos
besamos, lo cabalgue, me animo con unas cuantas nalgadas muy sonoras y se vino
dentro de mi dos veces seguidas.
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