lunes, 14 de septiembre de 2015

No 21. El mejor amigo de mi papá. Parte 2

Me estaba comiendo un helado de dos bolas, una de arequipe y la otra de mora en una silla en la plazoleta de comidas después del almuerzo, me encontré con una sensación de soledad inmensa que me paralizo, y corrientes de ideas, preguntas, incertidumbres y miedos inundaron mis pensamientos. 

Alberto esta tardando, pensé. Entonces me puse de pie y fui a ver algunas de las pequeñas vitrinas que caracterizan al centro comercial Galerias; vi a Alberto a lo lejos, mientras me acerque a él y mi cuerpo recordó la sensación de cansancio debido a la gran noche que había pasado con él, casi no había dormido y lo extraño es que quería tener una tarde-noche similar.

-mira, deberíamos entrar, ¿qué opinas?- me dijo apenas llegue a él.

Dije que si, con un gesto.

Observe con atención la vitrina: ropa interior bastante sexy, un disfraz de enfermera, algunas esposas y artículos que fui incapaz de entender, y en la parte superior un mediano aviso neón que le daba un color rosa al vidrio. Él entro enseguida, yo dude un par de segundos y le seguí, quede intimidada ante la gran variedad de juguetes sexuales, muchos ni los entendí, o tuve que preguntar a Alberto para aclarar mis dudas, sin embargo tuve poco poder de elección, pues el amigo de mi papá eligió artículos sin mirar el precio como en una dulceria, imagine al ver sus expresiones que tenia ideas para cada uno, entonces me relaje y deje que él tomara el control de todo.

Salimos con dos bolsas llenas, con el entusiasmo y la prisa de llegar pronto a mi nuevo apto.

Al llegar nos sentamos de inmediato en mi cama, con las bolsas, apreciando mejor cada nuevo juguete que Alberto había comprado para mi.

La mayoría eran vibradores y consoladores de diferentes estilos, un par de disfraces, uno de enfermera y otro de diabla, algunas esposas, bolitas anales, fundas para dedos entre otras cosas. Entonces Alberto me miro fijamente, con deseo y con ideas sucias que podían verse en su expresión.

-desnúdate, quiero que juguemos un rato- dijo con firmeza, y lo hice de inmediato, sin dudar. Me acosté con las piernas abiertas en la cama como dispuesta a sus juegos.

Saco un funda de dedos, y se la coloco, era rosa, se una silicona suave, que al sentirla rosar mi clítoris me estremecí por la extraña pero agradable sensación. Rápidamente estuve húmeda y retorciendo de pequeños placeres que sentí en el clítoris y que se expandían paulatinamente, a continuación combino la funda con pequeñas y lentas lamidas que recorrieron toda mi vagina.

-mamacita, la voy a devorar, le voy a hacer de todo-

Enseguida Alberto saco un empaque plástico morado, en el que decía "Doble Penetración", vi un consolador relativamente grande, morado y con una punta pequeña que rápidamente entendí era para mi ano. Lo puso en mi boca para que fuera familirizandome con el juguete morado, mientras él metía un dedo en mi culo.

-sé que este va a ser tu favorito-

Lo metió lentamente, la punta de la vagina entro fácilmente, el de atrás un poco forzado entro poco a poco, cuando llego al fondo me doble hacia adelante con un gemido que evidencio la novedad de la sensación.

Agarro una pequeña caja de cartón, saco unas esposas de metal, se levanto se desnudo y me puso las esposas inmovilizandome contra la cabecera de mi nueva cama. Se arrodillo a mi lado, con la mano derecha empuño el consolador doble y comenzó a moverlo con delicadeza, con la mano izquierda toco mis senos y empezó a pellizcar mis pezones, jalándolos y apretándolos con firmeza.

Mis expresiones de placer lo llevaron a mover el consolador a un mayor ritmo, mis gemidos se mezclaron con algunos gritos resultado de tantas sensaciones a la vez; mi humedad la sentí en mi cola, ya mi cama estaba mojada con el placer que me estaba dando el consolador morado.

Entonces, se detuvo y lo saco, vi que tenia las bolitas anales en su mano, se acostó boca abajo a mis pies y se estiro metiendo en mi culo la primera bolita, al ser la más pequeña entro sin dificultad, después empujo con sus dedos la segunda, sentí placer y prisa porque entraran las dos faltantes. Luego la tercera, más grande y que entro con algo mas de dificultad, y la cuarta que requirió un fuerte empujón, que saco más gemidos de mi boca.

Se incorporo, colocándose de rodillas frente e mi, agarro mis piernas y las puso en sus hombros, y me penetro con su verga de un solo empujón, que por mi humedad llego fácil hasta el fondo, mis mejillas estaba rojas y me sentía caliente, enseguida empezaron sus embestidas descontroladas seguramente por la idea de partirme. Sonaron las esposas contra el metal de la cabecera de la cama, mis muñecas se vieron lastimadas por mis iniciales movimientos, que detuve para no lastirmarlas más, me deje llevar y el movimiento frenético hizo que las bolitas anales estimularan de una forma extraña pero excitante mi culo. Me desespere de las sensaciones de mi vagina y mi ano, ya que eran como una promesa de orgasmo intenso que no llegaba, iba hasta el limite y se mantenía... eso me empezaba a frustrar, entonces moví mis caderas sin control provocando una mayor fricción en mi clítoris.

Hasta que por fin llego mi orgasmo, intenso y húmedo, seguido por la venida de Alberto que lleno mis senos con cuatro chorritos de semen. Aun esposada, agitada, sudorosa y llena de semen contemple a mi amante observándome con morbo y satisfacción.

-me tengo que ir, quede de verme con tu papá- lo dijo disculpándose y despidiéndose a la vez, mientras me quitaba las esposas.

Con mis dedos frote mis pezones, los unte de su semen y poco a poco me lo comí, con la intención de compañía de toda la noche. No funciono.

Dormí sola, en un apto aun extraño por primera vez.