domingo, 27 de septiembre de 2015

No 24. Modelo de arte Libidinosa

Miré mis pies, realmente nunca los había observado con detenimiento, y estaban enmarcados en un fondo muy claro, un suelo de baldosas blanco que parecía emanar un frió tímido. Me acomode en el gran sillón negro en el que estaba, su textura era una imitación de terciopelo que resulto agradable para mi piel, apoye mi espalda en la parte trasera, estirando mis brazos a ambos lados del espaldar, y mis piernas cruzadas haciendo un leve arco hacia adentro, me encontré bastante cómoda con mi desnudez y el roce del mueble.

Mire mis piernas, sus curvas, su blancura. Levante el rostro y observe con detenimiento el salón, conté 17 personas, solo tres mujeres y el resto hombres, cada uno sentado en una silla alta y un lienzo en frente, distribuidos aleatoriamente en el salón. Las ventanas están cubiertas por grandes cortinas negras que caen desde el techo, y hay un par de lamparas que iluminan con eficacia.

Las miradas de todos estaban atentas, como examinando cada rincón de mi piel, y como la luz y la sombra danzaban a lo largo de mi figura; dibujaban y pintaban sin prisas, serian dos largas, muy largas horas pensé. Pero también vino a mi mente la retribución económica entonces decidí relajarme.

Era la primera vez que lo hacia, y permanecer quieta resulto más difícil de lo que había imaginado, pensé que el tiempo se hacia lento, haciendo que el frío se apoderara de mi. A continuación centre mi atención en sus miradas: ¿son miradas de deseo?, ¿son miradas de curiosidad?, o ¿son miradas que se imaginan situaciones?, estas preguntas tiene un impacto en mi que casi sentí enseguida, lo primero que note fue que mis pezones se endurecían, después me sonroje pensando que todos esos ojos podían notar el endurecimiento; todo seguido por la familiar sensación de humedad en mis piernas, sin embargo ¿era real o producto de mi imaginación?, la única certeza es mi deseo por el calor masculino.

Paso la primera hora, y cada vez más me convencí que habían varias miradas de deseo, imagine energías libidinosas que querían poseerme en este mismo instante, lo que hizo que mi humedad creciera.

Sin dificultad identifique la mirada que demostraba mayor deseo por mi cuerpo, el profesor que iba pasando y hablando instantes con cada alumno, y sus ojos cada vez que se movió de extremo a extremo por el salón no se despegaban de mi, y entendí que seria suya.

La clase termino, y me puse una pequeña bata de seda blanca, estire mis piernas mientras recibía algunas palabras de agradecimiento de varios de los estudiantes, cuando por fin me quede sola no resistí el impulso de desnudarme de nuevo, tumbarme en el sofá de terciopelo y tocarme ligeramente. Lo hice con delicadeza, con poca intensidad de forma que mi piel rozara el terciopelo.

Se abrió la puerta, observe que entraron dos personas, la primera que iba al frente fue fácil de reconocer con canas y cola de caballo, era el profesor, el otro un muchacho joven no lo identifique bien, asumí que era un estudiante. Me observaron en mi estado de conciencia semi-alterado de éxtasis o deseo de éxtasis, revolcándome entre terciopelo y pieles.

Ambos se sentaron a mi lado, se quitaron los zapatos y se pusieron cómodos. El profesor dijo con voz ronca:

-no iba a dejarte ir así nada más- acaricio mi cabello, y bajo su mano rozando mis hombros con sus dedos.

El mas joven acaricio mis piernas por un momento, con gentileza abrió mis piernas, froto mi coño con tres de sus dedos.

-uy, ya esta bien mojadita- dijo, y metió dos dedos.

El mas viejo, se bajo sus jeans, agarró su pene medio erecto y lo puso en mi boca, lo lamí y chupe como hambrienta de verga. El otro se levanto, con sus manos me tomo de mis caderas y me puso en cuatro, sin esperar ni previo aviso metió su pene en mi vagina con fuerza, agarrando mis nalgas, sentí que sus uñas se enterraban.

El profesor se movía buscando según entendí que se lo chupara con mayor intensidad, y que no dejara de atenderlo mientras el mas joven me penetraba, mi vagina ardía con la fuerza con que me penetraba, no puse resistencia.

Ambos se pusieron de pie, el mas viejo me extendió su mano, la tome y me levanto de un tirón, me llevo hasta el sofá, me puso en cuatro, saco su pene y me lo metió, el mas joven fue por detrás del sofá, lo puso en el espaldar y lo busque con mi boca. Sus envestidas me meneaban de tal forma que se lo mamaba sin esfuerzo y de una manera que nos dio placer.

Se incorporaron, ambos me tomaron de mis brazos y me arrodillaron, sus penes se restregaban en mi cara, saque la lengua, y los dos la buscaron con sus vergas; metí una en mi boca y estimule la otra con mi mano, y viceversa, enseguida ambos empezaron a masturbarse... y recibí tres chorritos de semen del mas viejo y cuatro del estudiante, varios en mi boca y otros en mi cara y senos.

El profesor me paso una toalla, y me limpie, seguía sintiendo la mirada de ambos morbosamente que recorrían mi figura.

-tienes una carita inocente ¿sabes?, pero de esas que uno se da cuenta que son unas diablas- dijo el profesor mientras miraba como me limpiaba el semen con la toalla.

-mientras te pintaba imaginaba que me lo mamabas, y que llenaba esa carita de semen- dijo el estudiante, me pellizco una nalga y mordió mi hombro.

-estaba como ganosita mientras me pintaban, y no podía hacer nada- respondí, devolviendole la toalla al más viejo.

-¿también da culito mamacita?- el profesor humedeció su dedo en mi boca, lo chupe y moje, lo saco y lo metió en mi ano.

-aveces... es rico- dije, abrí mis piernas, me apoye en una mesita.

-no así no, venga- el estudiante me tomo del brazo, me llevo de nuevo al sofá, se sentó y me acomodo para que lo cabalgara, me tomo del cuello y me acerco a él lo más posible, me beso, acomodo su verga y entro en mi.

-saque mas el culo- el viejo me tomo de las caderas, puso la punta de su pene en mi ano, y empujo delicadamente y con paciencia. 

-eso, así profe, dele duro- dijo el mas joven mientras mordía mi oreja.

Dos penes en mi, la sensación era... fascinante, algo incomodo, pero... quiero más.

Al día siguiente me desperté en mi cama con un dolor intenso, recordé mi experiencia en la escuela de arte y sonreí, recordé que seria mi primer día de clases, no iba a llegar temprano, y en la noche tendría que volver a la escuela de arte, suspire, necesitaba cinco minutos más.