lunes, 30 de noviembre de 2015

Alcohol y Sombras I: El Comienzo

Estoy especialmente triste, pero la gente ve mi mal humor, es como una rabia que enmascara una tristeza profunda; la U va bien, pero no salgo ni me relaciono con nadie de allá, creo que piensan que soy antipática o creída, y en algún sentido tendrán razón soy como un autómata que va a estudiar y se va al terminar las clases.

Tengo un trabajo final en una materia, y lo he venido aplazando demasiado tiempo; como buena colombiana deje todo para ultimo momento, según en mis apuntes tengo que realizarle una entrevista a un profesional, e identificar cuál ha sido los puntos claves de su desarrollo profesional, para eso tengo que grabar la entrevista y presentar de manera escrita un perfil del entrevistado, y todo eso es para el lunes, y hoy es viernes.

Lo primero que pensé fue entrevistar a algunos de mis padres, pero resultaría muy obvio, y corría el riesgo de un sermón ético de mi padre, por lo que fácilmente descarte esa opción. Me di cuenta que en mi circulo social no habían profesionales, cosas de la edad y mi momento de vida, supongo. Mi jefe en el bar tiene un socio, es un abogado litigante, tiene su propia oficina, lo distingo porque en ocasiones ha ido al bar. Mi jefe me ayuda, comentándome que su socio esta dispuesto y tiene un espacio libre el viernes en la noche. Me pareció curioso, pero no hice preguntas.

Llegue muy temprano, entonces decido comerme una dona de arequipe en un donkin donuts cerca al parque de Lourdes, según recuerdo, este señor es muy serio e intimidante, y esas imágenes me llevan a pensar en huir, pero perder una materia no es una opción, Tengo miedo. Trato de relajarme pidiendo otra dona, que devoro con una ansiedad que me recuerda que no he almorzado.

Se acerca la hora, salgo del local ya teniendo claro cuál es el edificio, pero tengo que devolverme, olvide mi maleta en el dunkin, me siento estúpida, y tengo una sonrisa estúpida de aquellas que tiene pequeños temblores en la comisura de los labios. Estoy frente al edificio, mi jefe me había dado el teléfono de su socio, y me indico que debía llamarlo cuando estuviera en el edificio. Tome mi celular, y saque una hoja donde tenia anotado su teléfono, marque, tuve que marcar tres veces ya que mis dedos estaban temblando lo que hacia que digitara mal el numero; cuando finalmente lo logre el teléfono empezó a marcar, y marcar, y nadie respondió. Lo intente de nuevo, y no hubo respuesta.

Me desespera tener que esperar, pero bueno, tal vez esta ocupado, espero diez minutos e intento de nuevo, pensé. Me di vuelta, contemple ríos de gente caminando, y esperando bus, ya todos camino a casa. Mi teléfono sonó, llego un mensaje de texto que decía:

"Pilar, estoy ocupado, en 10 min bajo por usted, disculpe hacerla esperar tanto".

Ni modos, tendré que esperar, es difícil describir mis sensaciones en ese momento, había alegría pues podría hacer la entrevista y terminar con es angustia de perder una materia, pero también había miedo, como si en el fondo habría sentido un alivio por no hacer esta entrevista.

Diez minutos eternos, tenia frió, apenas llevaba una chaqueta de jean, y una blusita esqueleto; la puerta se abrió, era él.

 -Entre Pilar, no me había dado cuenta que se volvió de noche- lo dijo secamente, como si su mente no se desconectara del trabajo ni por un segundo, con su mano detuvo la puerta e hizo un gesto invitándome a seguir.

Cuando pase a su lado fui consciente por primera vez de lo alto y gordo que era, si lo abrazara, estoy segura que mi mejilla se apoyaría en su estomago; también note un acento, seguramente de la costa, B/quilla o Cartagena, o algo así, moreno y con un corte que me recordó a los militares.

Al entrar en el ascensor, pude ver en el espejo la diferencia de tamaño, él ocupa todo el espacio del pequeño ascensor, mientras que yo quedo relegada a un pequeño rincón. Si se atascara el ascensor, él se robaría todo mi oxigeno, pensé, y se dibujo en mi rostro otra de esas sonrisas nerviosas.

Su oficina es en el tercer piso, él se adelante sin decirme nada, saca unas llaves y abre la oficina; actúa como si tuviera prisa, o simplemente es su ritmo de vida, entro a su oficina, hay dos escritorios de madera, una ventana grande que da hacia la Cra 13, y hay una puerta que esta cerrada, imagine que era un baño.

Sonó su teléfono, contesto, parece ofuscado con la persona, la conversación me hace sentir incomoda y decido observar la imagen que brinda la ventana. Por lo menos su voz va a quedar muy clara en la grabación, eso me recuerda que debo revisar la grabadora, y estar lista, no quiero quitarle demasiado tiempo a este tipo.

-Pilar, sigue por aquí- abre la puerta de madera, no era un baño, es un salón de reuniones, hay una mesa ovalada, con aproximadamente seis sillas alrededor. Seria irónico que su segundo nombre fuera Arturo, pensé.

-¿Quieres tomar algo?, ¿un whisky, ¿un tequila?- pude ver que cerro la puerta y apago su celular, lo que se reflejo en una expresión de alivio, como si oprimiera un interruptor y lo pusiera en Off. Su día laboral había terminado y quería relajarse.

-Un whisky esta bien- asentí, tuve una extraña sensación de vergüenza si daba una negativa a su amabilidad, parece que es un lado que poco sale de él.

Mientras servia mi trago, pude notar su mirada, me deseaba, pero este era una expresión de deseo diferente; estoy acostumbrada a que los hombres que me desean se conviertan brevemente en caballeros dulces, con expresiones amables y gestos juguetones, pero él es diferente, es fuerte, imponente, es como una roca, tal vez odie las mujeres. Por otro lado esta con vestido y corbata, demasiado formal y pulcro, soy una adolescente al lado de él, creo que eso puede molestarle, creo que no odia a las mujeres, odia a las adolescentes. Se sentó al otro extremo de la mesa.

-Bueno, pues este es un trabajo para la universidad, voy en segundo semestre... - me sentí tonta tratando de demostrar que no era una adolescente, pero igual continué.

-Qué interesante, pues Leo, me hablo estos días del tema, y como le ha ido bien en el bar, pues no le vi problema- sus gestos contradecían sus palabras, apoyo su rostro en su mano, y se escuchaba aburrido.

-Si, pues... es... una... entrevista pequeña- me alivie de terminar la frase, por un momento pensé que no lo lograría, a continuación puse la grabadora en la mesa y la encendí.

-¿Podría usted... hablarme un poco de su formación profesional?- soné como una grabación robotizada.

-Sí, si podría- se quedo en silencio, y me miro fijamente. Fruncí el ceño, lo vi como a una hormiga debajo de mi bota, lance una sonrisa estúpida y dije:

-¿Cual ha sido?- dije con firmeza pero me sonroje, comencé a sudar, tenia la sensación de tener la frente perlada.

-Soy abogado, egresado de la Universidad Católica, en Bogotá...- de pronto caí en cuenta que no le pregunte el nombre, y golpee ligeramente mi frente con mi mano.

-Perdón, y ¿Cual es su nombre?- eso me va a costar puntos menos en la evaluación.

- Mi nombre es Víctor- levanto una ceja, lo odio por eso.

Cuando apague la grabadora pude ver que habían sido 20 minutos de desastre en una entrevista digna de un niño de cinco años, pero por lo menos ya la había hecho, eso era un alivio.

-¿Cuantos años tienes Pilar?- me sorprendió con la pregunta, esperaba que simplemente se levantara y me indicara la salida.

-Tengo 19, los cumplí hace poco- volví a mi tono habitual de niña.

-Muy bien, y estudias psicología, y trabajas los fines de semana en el bar... ¿tienes novio?, ¿hijos?- su tono cambio, menos fuerte y genuinamente interesado.

-Soltera, sin hijos- dije, mientras guardaba la grabadora en mi maleta.

-Y, creo que vives sola, ¿no es así?- me sorprendió lo bien informado que estaba.

-Si, ya hace un año... casi- 

-Una mujer tan bonita y ¿sin novio?, ¿qué pasa?- se levanto, se acerco y se sentó en otra silla a mi lado, nuestros pies se tocaron.

-Estoy bien así- fruncí el ceño, mostrando desagrado en pensar en una relación formal.

-Sí, conozco a las que piensan como tu- puso su mano en su entrepierna, comenzó a frotarse sin ninguna vergüenza o pudor.

Me sonroje aun más, mi cuerpo se puso rígido, la mirada procure mantenerla arriba, pues no sabia cómo reaccionar.

-Además estoy buscando una asistente...- su comentario me dejo desconcertada, ¿para qué me dice eso?, yo no estoy estudiando derecho. -... y de pronto estas interesada- me tuteo por primera vez, debo admitir que le sonó gracioso.

-¿Yo? pero si, yo no estudio derecho...- 

-No pasa nada, necesito a alguien que me ayude, y no tiene que saber de derecho- se froto con mayor intensidad, su pene parecía iba a reventar su pantalón.

No podía escapar, la puerta estaba cerrada, y Víctor bloqueaba mi paso; comencé a preguntarme lo que sucedería si expresaba no estar interesada, y más aun las implicaciones o qué clase de pacto cerraría con el diablo si aceptaba el trabajo, mi única certeza es que no conozco nada de este hombre, y el trabajo podría venir bien.

-No es nada complicado, y estoy dispuesto a pagarte bien... solo si...- saco su pene, y comenzó a masturbarse como si estuviera solo.

-Solo si... ¿qué?- complete su frase, y pase de estar completamente intimidada, a estar intimidad pero con un poco de diversión que hace mucho no sentía.

Sin embargo en mi mente empezó a correr una película de lo que sucedería, como si estuviera segura de lo que venia, ya que de alguna manera no era la primera vez que estaba en una situación semejante, en ultimas casi todos los hombres tiene las mismas fantasias.

-Pues necesito una mujer descomplicada, como tu, y necesito saber ¿hasta que punto es tu "libre pensamiento"?- intuí un reto, difícilmente le huyo a los retos... y lo odie porque parecía que actuara y hablara de modo que me hacia sentir que sabia todo sobre mi.

-ok- realmente no supe qué más decir.

-¿Quieres hacer la prueba?- me miro a los ojos, no dejo de masturbarse, lo hacia lentamente.

-Esta bien- dije sin dudarlo. No tenia nada que perder.

-Muy bien, entonces levántate y quítate la ropa... lentamente-

Me puse de pie, me quite la chaqueta y la colgué en el espaldar del asiento, me senté y me quite mis botas, que deje debajo de la mesa; me puse de pie de nuevo, desabotone mi jean, lo baje lentamente y lo deje en el suelo, a continuación me levante mi blusita, y la deje en la mesa, no traía bra, luego me di la vuelta, le di la espalda a Víctor y baje mi hilo azul claro, me puse en cuatro por unos instantes y lo deje encima de mis jeans.

Me volví para mirarlo, me percate que sus ojos recorrían detenidamente mi cuerpo, seguía masturbandose lentamente, sin prisa, creo que pretende que la situación no termine nunca.

-Ahora quiero que te pongas boca abajo en la mesa... recuéstate, ponte cómoda- se puso se pie, puso su mano en mi mejilla llevándome a la mesa, y acomodando mi cabeza delicadamente. A continuación metió dos dedos en mi ano, en una mezcla de determinación y delicadeza, que logro que gimiera con efecto retardado... ya cuando sus dedos habían entrado por completo.

-Así es la prueba, y de ti depende tu paga- definitivamente no entendí el reto. Saco sus dedos, abrió un cajón en un mueble, saco un cuaderno y un lápiz, empezó a escribir algo, se mostró emocionado y excitado, como impaciente por comenzar, enseguida puso el cuaderno a mi lado, para poder ver lo que escribió, mientras con el lápiz empezó a enfatizar cada una de sus palabras golpeando el cuaderno con el borrador del lápiz. -Si aguantas menos de 5 minutos, no tienes el trabajo y no nos volvemos a ver en la vida; si aguantas más de 10 minutos, esta va a ser tu paga; si aguantas más de 15 minutos esta va ser tu paga, y si aguantas hasta que me derrame... esta sera tu paga-.

Abrí mis ojos con sorpresa, económicamente la oferta es bastante tentadora, pero igual, no debe ser fácil, por e modo en que me lo ha dicho me hace pensar que no es la primera vez que hace algo así.

-Esta bien- dije, y cerré mis ojos, como si al hacerlo me volviera más fuerte.

-Nos vamos a guiar por el reloj de la pared, ¿esta bien?-

-Esta bien...- no me dejo terminar de contestar cuando metió sus dos dedos nuevamente, sin aviso, los saco rápidamente, escupió en mi ano un par de veces y su verga empezó a entrar lentamente en mi culo.

Apreté mis labios, la situación si duda me tiene mojada, puedo darme cuenta que mi coñito esta humedeciendo la superficie de la mesa, pero el dolor también es innegable; comienza un ritmo, no muy rápido, no muy lento, lo saca lentamente y lo mete de un empujón violento, cada vez que lo hace grito, no tarda entonces en acelerar el ritmo, manteniendo la fuerza, siento dolor y placer, y lucho por enfocarme en el placer. Tengo el impulso de abrir los ojos y mirar el reloj... pero no lo hago.

-Ya...cinco... minutos- dijo Víctor jadeando ligeramente.

Admito que tenia cierto temor de no llegar ni a los 5 minutos, sentí alegría, es la primera vez en casi seis meses que siento alegría; y viene una envestida con más fuerza, ahora va lento, y cada vez que entra me quiere destrozar, mis gritos son mas fuertes...intensos, y ahí viene otra ves... me duele, y de nuevo... no creo que aguante. Llevo mi mano a mi coñito, tal vez frotando mi clítoris pueda nivelar el placer. Mis expresiones son extrañas, oscilan entre gritos de dolor seguidos por gemidos de intenso placer. Él me agarra del cabello, hala de el arqueando mi espalda ligeramente hacia atrás.

-diez- susurra a mi oído, y en su voz noto el cansancio y el placer.

Me esta destrozando, y mis gritos lo alientan a seguir haciéndolo; me enfoco totalmente en mi clítoris, hay más gemidos que gritos ahora, algunos dirían que son gemidos gritados de placer, pero debo hacer algo y no resistiré más, voy a buscar mi orgasmo. Lo froto con intensidad, mi humedad facilita que sea intenso y con buena velocidad...y no tardo en sentir que esto cerca, estoy tan cerca, llego al limite, no hay vuelta atrás, sale de mi boca un grito ahogado de placer y un desahogo de meses, la mesa queda empapada.

Víctor percibe mi orgasmo, acelera su ritmo, con todas sus energías... y gime, siento gotitas de sudor en mi espalda, y mi ano ser llenado de su semen. Se deja caer un instante sobre mi, es demasiado pesado, entierro mi codo en su estomago indicándole que se levante. Se pone de pie, agitado.

-Mierda, no llegue a 15- dijo Víctor, sonreí sinceramente.

-¿Cuando empiezo?- pregunte juguetonamente.

-Pásate el lunes, en la tarde-