domingo, 1 de noviembre de 2015

Todos Fracasos I

Tenia que hacer un trabajo importante, me encontraba cómoda ya que era un trabajo individual, eso me permitía manejar mis tiempos, así entonces decidí dedicar el sábado para hacer un mapa conceptual en el cual tendría que hacer la distinción entre el enfoque conductual y el psicoanalítico. No era un trabajo sencillo y mucho menos estimulante, pero hice mi mejor esfuerzo en la biblioteca del barrio el Restrepo, la cual era una biblioteca pequeña y agradable, se había convertido en un espacio de estudio que me era útil por la cercanía al trabajo.

Los conductistas desde un principio me parecieron aburridos y mecánicos, me causo mucha gracia que toda una teoría para comportamiento humano se basara en experimentos con ratas; por otro lado Freud lo vi complicado, poco útil y hacia perder mi interés entre más leía.

Escribí notas e ideas en mi cuaderno, me tome a pecho el trabajo, tal vez por miedo a la profesora o tal vez como un reto personal, me concentre de tal manera que había olvidado algo importante:

-Hola Pilar, ¿cómo estas?- dijo un muchacho, no lo reconocí, tomo asiento frente a mi a modo despreocupado.

-Hola- respondí por cortesía, me sorprendió que conocía mi nombre, pero estaba segura que era la primera vez que hablábamos.

Baje la mirada y la clave en mi cuaderno, estaba tensa y desconcertada, y no encontré una mejor manera de disimularlo que ser cortante, algunos dirían que grosera y antipática. Él no se movió, me dio espacio y se mostró tranquilo.

-Te vez más joven en persona- cuando termino de hablar algo hizo click en mi, me sonroje apenada por haberlo olvidado.

En el transcurso de la semana por medio de MySpace.com había concertado una cita, y no podía creer que la había olvidado; quería ir a la biblioteca pero quería algo de diversión en la tarde-noche, por esa razón había aceptado en primer lugar su propuesta.

-Déjame terminar algo y ya te pongo atención- dije para aliviar mi tensión.

Su MySpace era algo particular, carecía de virtudes estéticas, como una hoja en blanco arrugada, fotos con un uniforme camuflado, y tenia entre sus favoritos perfiles de lo que parecían reconocidas actrices porno; lo que me llevo a pensar que podría pasar un rato divertido con él. No sabia con exactitud su ocupación actual, solo tenia la certeza que tres meses atrás termino su servicio militar; tal vez por eso conservaba el típico corte de cabello.

En la tarde fuimos a tomar un par de cervezas, en un lugar en donde la música nos obligaba a gritar para tener una conversación, o en este caso un intento de conversación, pues evidencie que no teníamos temas en común, pues sus intereses eran los carros, las motos y el fútbol; y no tengo nada en contra de esos temas, pero cuando es todo lo que hablan me aburro con facilidad.

Entonces eramos dos extraños que habían quedado, yo estaba aburrida y él aunque me miraba, mis senos especialmente se veía inseguro; todo hasta que por fin dijo algo interesante:

-Vivo cerca, ¿quieres ir a mi casa y la seguimos?- asentí, nada podría ser peor, pensé.

Al llegar a su casa todo fue peor, la cervezas lo pusieron sentimental, parecía que había sufrido una decepción recientemente.

-...yo la amaba, le llevaba flores al trabajo, a la U, la invitaba a almorzar casi todos los días, hacíamos el amor y yo me sentía que estaba en el cielo, todo era perfecto... qué niña tan hermosa, hasta mi mamá me dijo que le parecía una niña muy bonita y muy de su casa- lo mire, pero en mi cabeza estaba pensando en otras cosas.

-y ¿por qué terminaron?- preguntar eso fue un grave error, y me di cuenta al verle los ojos llenos de lagrimas. Mi libido llego a cero.

-...yo la llamaba por la mañana para saber cómo había amanecido, y cómo había llegado al trabajo, y dónde nos íbamos a ver... y en las noches la llamaba después de cada clase para que se sintiera apoyada y porque quería saber de ella... un día me empezó a colgar y dejaba apagado el teléfono y entonces...- quería decirle que se callara, que parecía una niña, que era obvio que nadie quisiera estar con él, que era un maldito intenso y aburrido, pero termine por decirle "uff que mal".

Me ofreció su cama para pasar la noche, La acepte. En el fondo tenia la esperanza que todo este padecimiento podía tener un final feliz.

-Esta bien, pero yo duermo desnuda- dije algo coqueta.

-Tranquila, ante todo soy un caballero, yo duermo en el sofa- vamos a ver hasta donde te llega ese respeto o miedo, pensé.

Me di la vuelta y lentamente me quite la ropa, con la intención de seducirlo; mis jeans quedaron en el suelo, la blusita la deje encima de la cama, enseguida me di vuelta y... no había nadie. Fruncí el ceño. Me acosté, dispuesta a todo, quería una noche de sexo loco. Nunca paso.

Al día siguiente quise irme lo más rápido posible, me vestí agilmente. Enseguida él se manifestó.

-¿Como durmió la princesita?- dijo con una sonrisa que me pareció exagerada.

Tuve la microfantasia de romperle la nariz.