lunes, 2 de noviembre de 2015

No 28. Noche sin limites

Seguí bebiendo, no tenia prisa de llegar a casa, en todo caso estaba solo a un par de cuadras de mi apto, estaba por así decirlo muy complacida, relajada, deshinibida después de haber bajado del segundo piso con Gustavo; lo vi pasar un par de veces, pero estaba más concentrado en conversar temas del bar, en mi caso estaba sentada con un grupo de tres hombres, en un principio su grupo era más numeroso, pero la noche, el dinero y el alcohol habían hecho que solo ellos tres siguieran en el bar.

Ellos hablaban, y me hablaban de temas, que no comprendí en un principio, mi mente estaba más atenta a ver las miradas del bar, y me preguntaba si se dieron cuenta de mis acciones libidinosas en el segundo piso. Tal ves nos habrían escuchado en esos pocos segundos en que la música se detuvo, tal vez las canciones no sonaban tan alto como para cubrir mis gemidos y el rechinar de la mesa.

Creí entender que eran estudiantes de la Javeriana o de la Piloto, estaban en un momento de euforia que me contagio, y que logro que riera a carcajadas de todos sus absurdos comentarios.

Me había acomodado en un rincón, en un sillón bastante cómodo, además tenia la virtud de ser un punto estratégico, podía ver todo el interior del bar, y una ventana a mi costado me permitía ver hacia las frías calles bogotanas de la madrugada, casi las 2:00 am había calculado mentalmente. Compartía el sillón con un muchacho moreno, con acento de la costa, que tenia una camiseta negra con el logo de Judas Priest, a su lado alguien al quien llamaban "el paisa" que tenia una barba abundante y descuidada y, frente a mi un hombre de cabello muy largo y rizado, podría pasar como el guitarrista de Pantera.

El que estaba a mi lado según pasaban los tragos y los minutos se acercaba cada vez más y más, hasta que puso su brazo alrededor de mi cintura. Me gustaba aveces ser el centro de atención.

-¿qué me le estaban haciendo arriba?- pregunto el paisa sin ocultar su ironía.

-No, nada en absoluto- todos rieron, y yo reí también

Al darme cuenta que algo sospechaban o que tenia algunas certezas, decidí no complicarme y relajarme con la situación, el alcohol también ayudaba.

-Pero muéstrenos alguito- dijo el de cabellera larga, retándome.

Me encontraba tan deshinibida que abrí mi blusita para mostrarles mis senos.

-¿te las dejas tocar?- pregunto el que estaba a mi lado.

No respondí nada, pero no me cubrí. Ese gesto lo entendieron como una afirmación, entonces el costeño puso su mano en mis senos para frotarlos, los otros dos lo imitaron. La forma como me tocaban y apretaban mis pezones me llevo de nuevo a un punto de placer exquisito.

-ya debe estar toda mojada-

-voy a revisar y les digo- el costeño abrió mi jean con una mano, y metió dos dedos para explorar superficialmente mi coñito.-ufff esta empapada-, froto sus dedos contra mi clítoris, palpo mi humedad, saco la mano y puso los dedos en mi boca, lamí sus dedos, luego los puso en la suya.

El paisa presiono al costeño para cambiar de lugares -me toca a mi, ya usted disfruto mucho- entonces el costeño se levanto para ir al baño, el paisa se acerco, apretó mis pezones y me los mordió sutilmente, con su mano busco la humedad de mi vagina, éste metió dos dedos y penetro mi vagina hasta donde sus dedos llegaron; a continuación sentí un enorme calor por todo mi cuerpo, un calor húmedo y sofocante que me impulsaba a quitarme toda la ropa... pero no lo hice.

El de cabello largo se puso de pie, quito al paisa, tomo mi mano y me hizo levantar, entonces el se hizo camino para acomodarse en el rincón, invitándome a sentarme de nuevo, después el paisa se hizo a mi lado, y el costeño cuando regreso se hizo al frente; el de cabello largo comenzó a pellizcar uno de mis pezones, y con dos dedos de la otra mano bajo a estimular sutilmente mi clítoris, el paisa mordía mi otro pezón y me penetraba con dos dedos, mientras el costeño nos tapaba, después cambiaron de nuevo con el paisa.

Por encima del hombro del costeño fije mi vista en la barra, ahí estaba Gustavo mirando a la distancia haciéndome una señal con su mano, levantando el pulgar; sonreí, cerré mis ojos y lleve mi cabeza hacia atrás para apoyarla en el pecho del de cabellera larga.

No había vergüenza, o pudor, o incluso miedo, la explosión de sensaciones me llevaba más allá de esas simples cosas, lo entendí como una experiencia placentera. Pero todo eso fue interrumpido cuando tuve la certeza que estaba a punto de tener un orgasmo, casi por instinto me resistí, trate de incorporarme pero varias manos me lo impidieron; el costeño metía y sacaba sus dedos de mi coño intensamente, como tocando todo mi interior y después lo sacaba y lo metía de nuevo, el de cabello largo tomo dos dedos y froto mi clítoris cada vez más rápido. No se detuvieron pese a mis intentos, continuaron... di una patada a la mesa desde debajo, las latas de cerveza y unos vasos de cristal cayeron al suelo derramando el alcohol, la mitad vino a dar en el jean del paisa, y el resto se perdió en la madera, mi espalda se arqueo, mis gemidos salieron pero taparon mi boca, mi mano golpeo la ventana una par de veces, la otra se agarro del cabello del paisa.

Tarde en incorporarme, en parte por la intensidad del orgasmo y en parte por temor de tener demasiados ojos encima. Pero no sucedió, la música estaba tan alta que pocos desviaron su atención de sus temas personales,y los pocos que lo hicieron rápidamente regresaron a sus asuntos.

-me quiero ir- le dije al costeño al oído, al tiempo que puse mi mano en su cabello.

Él se acerco al paisa y le dijo algo que no pude entender, enseguida se levanto y fue a la barra, cuando regreso venia con una cajita de aguardiente.

-listo vámonos pues- dijo euforicamente. Me puse de pie y me apoye en uno de ellos.

Hacia bastante frío, tal vez era mi calor interno y el alcohol que hacían que estuviera cómoda sin ponerme una chaqueta, creo que debían ser cerca de las 3:00 am. Me llevaron caminando por la calle 45, pasamos la Av caracas, en un par de cuadras doblamos a la derecha hasta encontrar un edificio no muy alto, y entramos, nos recibió un vigilante que estaba ya en sus 60´s, con pelo canoso y una ruana gruesa, se saludaron entre todos como viejos amigos. No había ascensor, pero afortunadamente solo había que ir hasta el tercer piso.

Entramos a un pequeño aparta-estudio, con una sala y una cama, al entrar no dude en quitarme la ropa de inmediato, dejándola casi a la entrada, y sin que nadie me guiara fui a la cama, acostándome de medio lado, sin decir una sola palabra.

-Es mi cama, entonces voy de primeras- dijo el paisa, que se acerco a mi, abrió la cajita de aguardiente, me tomo del cabello obligándome a mirarlo hacia arriba y la vació en mi garganta; empezó a sonar música, reconocí que era Soda Estereo, dejo sus pantalones en el suelo y metió su pene ya erecto en mi boca, ¿han tenido esa interesante sensación después de tomar mucho alcohol y después comer algo?, eso se acerca un poco a mi sensación cuando su pene entro en mi boca, me encanto y la disfrute centímetro a centímetro.

-Sin venirse encima todavía, ¿no?- protesto el de cabellera larga.

-Si, todo bien- respondió el paisa, -al final la bukkakiamos-

Tomo un condón y se lo puso, yo me acomode en el centro de la cama dejando mis piernas abiertas, enseguida el paisa se hizo encima y sin perder tiempo me penetro, con fuerza.

-Te voy a dar lo que andaba buscando putica- susurro en mi oído, y sus embestidas apocaban incluso la música que estaba a medio volumen. Mire a mi costado nuestras sombras en a pared, me entregue a él y a los que quisiera hacerme.

No tarde en tener otro orgasmo, y rasguñe su espalda sin consideración.

A continuación vino el costeño, ya desnudo y con un condón puesto, me puso en cuatro al borde de la cama mientras él permaneció de pie, con facilidad penetro mi vagina, primero suavemente y lento, luego con intensidad llegando hasta el fondo como usando todas sus energías, me dio un par de nalgadas que debieron sonar hasta el primer piso, y el choque sonoro de pelvis contra mis nalgas se hacia cada vez más pornográfico.

Se vino, lo sentí en como enterraba sus uñas en mis nalgas. Yo me vine y todos lo evidenciaron cuando caí desplomada en la cama luego de un largo gemido.

El de cabellera larga se acerco sin dejarme descansar, aparto al costeño, me dio la vuelta y puso mis piernas en sus hombros, lo metió sin ningún preliminar y con una intensidad que hasta ahora estaba controlada; tomo mis tobillos he hizo mis piernas aun lado, se tumbo sobre mi, buscando una penetración más intensa, puse mis manos en sus nalgas y lo guié para que incrementara su ritmo, y así lo hizo, en menos de un minuto sus embestidas se incrementaron y percibí la tensión en sus nalgas, que apreté mientras él eyaculaba.

El paisa tomo mi mano y me llevo a la sala, me hizo arrodillar, el de cabellera larga se quito el condón y escurrió su semen en mi cara, el costeño y el paisa se masturbaban, enseguida sentí que el paisa me me bañaba la cara con tres chorritos, los disfrute, sentirlo en mi piel en mi cara, dos minutos después el costeño me dio dos chorritos mas de su semen.

Los mire y, sonreí.

Una sed casi dolorosa me despertó, la luz del día no era muy brillante, por lo que imagine que deberían ser cerca de las 4:00 pm, no lo verifique, la cabeza me daba vueltas en una espiral psicodelica, o por lo menos fue la palabra que en ese momento tuvo mayor eco en mi; también moría de hambre, intente moverme pero había un brazo que me pareció pesaba lo mismo que un toro sujetándome por el abdomen, hice un esfuerzo y lo puse a un lado, vi sobre mi pecho tres condones usados, los deje caer al suelo cuando me gire al borde de la cama.

Cuando logre sentarme pude darme cuenta del dolor intenso en mi cabeza, pero la sed era más dolorosa, me puse de pie, fui al baño y tome agua del lavamanos. Nunca había tomado un agua de lavamanos tan gloriosa como esa, vi mi reflejo en el espejo, esperaba verme mas despeinada, pensé. Al salir del baño pude verlos a todos dormidos, el costeño era el único que estaba en la cama, los otros, inconscientes estaban en el suelo apoyando sus cabezas en un par de cojines del sofá.

El olor a semen y sexo taponaba pesadamente mi nariz, necesitaba salir y respirar, de repente el apto se me hizo extremadamente pequeño, levante mi ropa del suelo, con prisa salí, sin darme casi cuenta que no me había vestido. Me puse mi ropa en el pasillo, baje por las escaleras, y salí, me alegraba poder respirar.

Ahora tenia que tomar algo, comer algo y descansar en mi propia cama... cómo anhelaba mi cama.