lunes, 24 de agosto de 2015

No 18. La Semana Libidinosa: Domingo de sexo en la cocina.

Me desperté siendo testigo como Daniel se vestía con algo de prisa para salir, estaba oscuro, no me moleste en preguntar pues era evidente que salia a algún partido, además de mi parte solo quería seguir durmiendo, por lo que cerré mis ojos quedando dormida de nuevo sin esfuerzo.

Volví a despertar, esta vez ya el cuarto estaba lleno de luz, a pesar que mi sensación fue que no había pasado mucho tiempo desde que Daniel se había ido. Quise levantarme e ir a casa, entonces busque mi ropa pero no la encontré en el cuarto, no estaba debajo de la cama, ni en el suelo lo que me desconcertó más no me preocupo, en alguna parte debe estar, pensé.

Tome un saco que estaba en el suelo y me lo puse, hacia frió ademas que debía encontrar mi ropa para poder ir a mi casa, a pesar de sentirme cómoda y feliz en relación a lo sucedido en la noche esas imágenes se vieron interrumpidas por una significativa preocupación.

Mis padres me debieron llamar anoche, o incluso puede estar sonando en este momento el teléfono, y eso los puede preocupar mucho, incluso podrían pedir ayuda a algún tío o tía para que vaya a la casa y ver que todo este en orden. Ese razonamiento me genero escalofríos.

Salí del cuarto y me dirigí a la sala a ver si tenia mejor suerte, pero no vi nada, ademas que me llenaba ahora una sed desesperante. Fui a la cocina y me serví un vaso de agua de la llave, debí hacer mucho ruido, pues escuche que se abrió una puerta de un cuarto, me gire y pude ver a Oscar que salia de su habitación.

-Hola, ¿levantada tan temprano?- pregunto curioso, a la vez que abría la nevera.

-sí, es que tenia sed, y se me quito el sueño-

Me observo de pies a cabeza, noté que puso mayor atención en mis piernas, pero trato de concentrarse en sacar una jarra de jugo de naranja artificial, de la cual sirvió dos vasos ofreciéndome el que estaba más lleno. Rápidamente tome un sorbo que dejo mi vaso hasta la mitad, entonces los mire fijamente a los ojos.

-de casualidad, ¿has visto mi ropa?- causándole una risita que le impidió sostener mi mirada.

-no, ni idea, si no sabes tú, menos yo-

Oscar dejo su vaso a un lado, me miro fijamente con determinación en sus ojos, eran miradas que ya no me intimidaban y se la sostuve. A continuación se me acerco, puso sus manos en mis hombros empujándome delicadamente hasta que mi espalda toco la pared.

-me imagino entonces que debajo de ese saco...- salio de mi fisionomía una sonrisa invitándolo a averiguar, pues no estaba en mis planes expresarlo en palabras.

Enseguida bajo su mano derecha lentamente sin apartar su mirada de la mía, su mano busco debajo del saco, encontrando mi coñito, un dedo exploro con suavidad la zona de mi clítoris, haciendo que rápidamente me humedeciera.

-que rica estas... esta bien calientica-

Puse mis brazos en alto sobre mi cabeza, mostrandole que quería que me quitara el saco. Oscar entendió y me lo quieto lentamente, dejándolo en el suelo de la cocina. Se inclino para apreciar más de cerca mi vagina, mientras que con dos dedos de su mano derecha jugaba con mi coñito: froto superficialmente mi clítoris, haciendo movimientos circulares, después exploraba más a fondo haciendo que uno de sus dedos recorriera toda mi vagina, hasta que al final me metió su dedo indice mientras que con el pulgar estimulaba mi clítoris.

En el punto en que me sentí más húmeda pude ver que su verga estaba preparada, enseguida Oscar me levanto tomando mis piernas con sus brazos apoyándome contra la pared, me abrace a su cuello al tiempo que con su mano agarro su verga buscando mi vagina, la cual no tardo en penetrar.

-que rico, se nota que te gusta la buena verga-

-me encanta- respondí con un leve gemido.

Sus movimientos fueron lentos pero con un empujón al final que daba con fuerza como buscando llegar cada vez más profundo, con la mano izquierda apartó mis brazos inclinándose para chupar con intensidad mis senos. A continuación me beso e intensifico su ritmo, mientras mi vagina gozaba de un placer típico de lo furtivo. Con ese ritmo intenso vino mi primer orgasmo de cual Oscar se percato cuando rasguñe su espalda.

Me puso de nuevo en el suelo, su mano tomo mi brazo y me hizo girar e inclinarme sobre el borde del lavaplatos que estaba vacío, me dio un par de nalgadas como desquitándose de mis rasguños, y metió su verga en mi vagina de un solo empujón. Grite con la sensación, él me halo del cabello retomando su ritmo casi frenético.

-gocelo... mami... tenga...- se escuchaba el sonido de su cuerpo golpeando mis nalgas.

Venia un segundo orgasmo, pero en ese instante Oscar saco su verga, entonces rápidamente lleve mis dedos a mi clítoris y lo estimule para no perderle. Me estremecí, y a continuación sentí como llenaba mi cola de su semen.

-tu ropa esta en mi cuarto- se sirvió un nuevo vaso de jugo, con su mano seco el sudor en su frente y se retiro a su habitación.

Me quede en silencio, y evadí pensamientos para explicarme cómo mi ropa había terminado en su cuarto, entonces me serví un vaso de agua y me lo tome todo, me serví otro, luego me dirigí a su cuarto. Oscar estaba acostado en su cama, tomando su verga con sus manos.

-dame una mamadita antes que te vayas-

Deje el vaso de agua a un lado, y sonreí.