viernes, 14 de agosto de 2015

No 1. El Inicio: cuando perdí mi virginidad

Imagino es mejor empezar desde el momento en que todo inicio, y en donde desconocía muchas cosas de los placeres de la vida humana.

Tenia en ese entonces 16 años de edad, me encontraba en los últimos dos años para terminar el colegio, vivía como era de esperarse con mis padres teniendo así las ventajas y desventajas de ser hija única.

No era la mejor estudiante, tampoco la peor, realmente no destacaba en espacio o actividad alguna, en el deporte era un desastre, en matemáticas me veía siempre en problemas, no tenia senos grandes como mis amigas o una figura de modelo envidiable. Pero mis amigas si destacaban en varios campos, lo cual me intimidaba un poco, pero a la vez creo me daba cierta tranquilidad.

Paola sobresalía por tener unos senos grandes que era evidente cómo los hombres del colegio y hasta los mismos profesores miraban con deseo, creo que eso le daba cierta seguridad en su personalidad que hacia que muchos ni se atrevían a hablarle; era la fantasía de todos y la mayoría la idealizaba como la novia perfecta.

Por otro lado estaba Laura, que tenia un impacto considerable por su figura, que entonces considere que ella podría ser modelo o actriz, diría que tenia el perfecto 90-60-90, ella no tenia una personalidad arrolladora pero su sencillez y alegría hacia suspirar a los que la veían, ademas de llevar un historial académico de excelencia.

Y no olvidar a Evelyn, algo gordita pero con unos senos y un rostro que derretía a los hombres, además de ser las más coqueta y picara, lo que la llevaba a relacionarse mejor con los hombres y más bien no muy bien con las mujeres. 

Entre los hombres estaba Esteban, de un cabello rubio de esos que no importa qué siempre esta bien peinado, alto y atlético, reconocido en todo el colegio como deportista y carismático que todas los veíamos como si fuera parte de la realeza, además de estar en los primeros lugares en las olimpiadas de matemáticas. Y también estaba Leonardo, piel canela, costeño que se veía como un atleta de alto rendimiento, que de alguna manera era el consentido del colegio.

Por mi parte nunca me percate si yo generaba suspiros o miradas de deseo, supongo que muchos me habrían descrito como una niña normal, muy flaca, con un largo cabello negro y liso, bajita, de senos pequeños y con un bonito rostro. Pero era eso, bonita, y nada más.

Tener novio o una relación de pareja era una experiencia aún no vivida, y para ser sincera a esa edad no era un interés en particular, en mis pensamientos no habían imágenes de besos, sexo o matrimonio; en realidad mi atención se centraba en la música, la natación y el volley.

Todo iba según el plan en mi vida, mientras observaba que mis amigas y otras niñas del colegio seguían una vida muy diferente a la mía: habían fiestas, salidas, besos, sexo, corazones rotos, celos, amores platónicos, infidelidades y toda una serie de cosas que llamaban mi atención como una historia cercana de la que no hacia parte. Sin embargo una día llego a mi vida Javier, el que lo cambio todo.

Él tenia entonces mi misma edad, la diferencia era de un par de meses y compartíamos el mismo salón, Javier y yo nunca habíamos sido cercanos, todo se limitaba a un par de conversaciones casuales y sin relevancia alguna. Esos días empezó a acercarse a mi, me hablaba y me invitaba aveces una gaseosa en el descanso, lo cual me pareció curiosos pero lo acepte sin problemas.

Mis amigas Laura y Evelyn tenían novio, es más cuando las recuerdo me es difícil pensar en algún momento donde no lo tuvieran, siempre estaba ocupadas en temas amorosos, lo que hacia que ella tuvieran planes e intereses muy diferentes a los míos, de modo que en repetidas ocasiones me sentía excluida.

!Que mierda¡, pensé. Pero paradojicamente me parecía un enredo innecesario tener un novio.

Pero aún más contradictorio resulto mi reacción una tarde después de clases cuando Javier me acompaño a mi casa.

-deberíamos ser novios, nos la llevamos bien, ¿no te parece?- dijo como para explorar posibilidades.

-pues si, la pasamos bien- respondí tímidamente.

-Entonces, ¿nos cuadramos?, y miramos a ver qué pasa- insistió con mayor firmeza.

-esta bien- como explicándome a mi misma que valdría la pena experimentar algo novedoso.

Y fue automático, tener novio me hizo sentir incluida en esas historias cercanas que ahora eran propias, asunto que me genero mucha incomodidad al principio pero que con el tiempo me adapte sin mucho esfuerzo, pienso que ese fue el instante en que deje de ser niña.


¿besa bien?, ¿ya lo hicieron?, ¿se ven los fines de semana?, ¿cuando lo van a hacer?, ¿en la casa saben?, ¿van a ir a la fiesta?....
Todas esas preguntas de mis amigas me aterrizaban un poco, pues me daba cuenta que aún no sabia nada y que realmente no tenia idea que pensaba Javier. En términos prácticos ahora llegaba algo mas tarde a casa, tenia siempre algo que hacer después de clases, habían reuniones, fiestas, alcohol... y mis primeras gratas experiencias en besar y ser besada.

Besar me permitió darme cuenta de sensaciones extrañas para ese entonces, que colocandolos en palabras seria algo así como un "no te detengas... sigue, sigue...", pero que para ser más precisa daba cuenta de:


  1. Un calor intenso desde adentro hacia afuera, al nivel que me hacia sonrojar.
  2. Mis pezones se endurecían como nunca antes, ni siquiera cuando sentía mucho frió.
  3. Mi vagina completamente húmeda y caliente.
Paso un mes aproximadamente, y la relación con Javier iba creciendo poco a poco, nos besábamos mucho después de clases como una forma efímera de placer.

-ya es como hora de hacerlo, ¿no crees?- dijo torpemente.

-¿hacer qué?- respondí con expresión de estar desconcertada.

-pues hacer el amor-

-ahhh-

-ya llevamos rato, y pues seria bueno-

-no tengo idea cómo se hace o qué se hace- dije con sinceridad con la intención de ser iluminada o comprendida.

-aprendemos entre los dos-

En la siguiente semana, fui a su casa en las tardes y veíamos juntos revistas porno, ocasionalmente acompañados por algunos vídeos, algunos me dieron algo de asco, otros un poco de miedo, pero por encima de todo estaba mi curiosidad adolescente por las sensaciones y las palabras de elogio de todo el mundo respecto al tema.

Llego entonces el día planeado:

Fue un viernes en la tarde, salimos a las 2:00pm del colegio directo a su casa, la cual estaba relativamente cerca, sus padres estaban de viaje por lo tanto era la oportunidad perfecta. Al llegar me di cuenta que no basta con ver algunos vídeos, ambos estábamos nerviosos, de mi parte me encontraba tensa y no sabia cómo iniciar o qué hacer; esto puede ser un desastre, pensé. 

Era un conjunto muy parecido a donde yo vivía, solo que su apto estaba en el primer piso, le costo abrir la puerta, entendí que estaba nervioso y con prisa; entramos y ambos nos quedamos quietos como en señal de: ¿y ahora qué?.

Javier tomo la iniciativa afortunadamente, me tomo de la mano llevándome a su cuarto, me acostó en su cama y me beso, un beso que resulto ser el más apasionado que habíamos tenido hasta el momento, y mis tres sensaciones (el calor, mis pezones duros y mi humedad) conocieron nuevos limites, en especial cuando con sus manos toco mis senos, apretándolos con deseo... fue la primera vez que me sentí deseada.

Desabotono lentamente mi camisa, miro mis senos y los chupo brevemente con delicadeza de seda, enseguida se puso de pie al lado de la cama, bajando sin prisa mi falda, y mi ropa interior, se acostó a mi lado para tener el primer plano de mi cuerpo desnudo en su cama. Me sentí intimidada por su forma de mirarme, ademas que era también la primera vez que alguien me veía desnuda, ¿le gustare?, pensé, al tiempo que recordaba mi inseguridad respecto a mi figura.

A continuación humedeció mis pezones con su lengua ademas de darme pequeños apretones con sus dedos, con la intención de ponerlos más duros, acción que me encanto, con su otra mano bajo buscando mi vagina, sorprendiéndose de lo húmeda que estaba; nos besamos nuevamente con pasión, me daba cuenta que sus manos recorrían todos los roncones de mi cuerpo, mientras que yo no era capaz de tocarlo... por culpa de mi inseguridad.

Javier se puso de pie nuevamente, y se quito toda su ropa dejándola en el suelo junto a la mía, y vi su pene, era la primera vez que veía una verga real, estaba muy dura y erecta como palpitando, sentí cierto temor en imaginar abrir mis piernas y tenerlo adentro de mi. Se coloco un condón, con sus manos abrió mis piernas haciendo encima de mi, empezando a buscar penetrarme, sin embargo le costo un tiempo, periodo en el cual me puse más tensa, hasta que lo consiguió.

Mi primera reacción fue de sorpresa y dolor, sorprendida por la novedad de la sensación, y adolorida en el momento por lo tensa que estaba; Javier haciendo caso omiso, comenzó a moverse, lo metía, lo sacaba y lo metía de nuevo con más profundidad. Habían momento en donde quería decir: "no más, sacalo", pero no me atreví por vergüenza; pero también habían lapsos de placer donde decía mentalmente: "sigue, sigue, que rico".

Nos mirábamos por momentos a los ojos, pero no podía sostener su mirada que estaba fija en mis expresiones y en mis senos, lo que le generaba deseo de penetrarme con mayor fuerza y de lo cual intentaba defenderme aferrándome a él para limitar sus movimientos.

El momento oscilaba entre dolor y placer, entre estar tensa y estar relajada. Sentí de pronto que a Javier le temblaba todo el cuerpo y tendiéndose súbitamente.

¿que paso?, pensé.

Él se levanto, se quito el condón, y entendí lo sucedido contemplando el condón lleno de semen.

-uff que rico esto- dijo mientras se encargaba de botar el condón.

Silencio, no dije nada, solo quería vestirme e irme, y así lo hice.

No sucedió nada más esa tarde, me fui adolorida a mi casa, pensando en lo sucedido, con dudas y mucha curiosidad... pero no estaba arrepentida.



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