domingo, 30 de agosto de 2015

No 19. La semana Libidinosa: Sexo con mi amor platónico

-ring, ring, ring- Cuando sonó el teléfono por tercera vez, estaba en mi cama desnuda jugando un rato con mi clítoris pensando en el futuro. No conteste y seguí en mi cama relajándome.

El teléfono sonó de nuevo.

-Hola- conteste cuando sonó por cuarta vez.

-¿cómo estas Pilar?, pensé que no me ibas a contestar- hizo una afirmación que me hizo pensar que sabia sin lugar a dudas que me encontraba en casa, lo cual me pareció extraño.

-si, estaba algo ocupada- me senté en el sofá de la sala iluminado por el sol.

Intente sonar segura, sin embargo no reconocí la voz por el momento, pero elegí seguir la conversación sin pensar demasiado en ello. La voz sin duda me resultaba interesante y familiar, aunque no demasiado.

-¿qué vas ha hacer hoy?- pregunto en un tono que me sonó seductor y coqueto.

No tenia nada qué hacer en realidad, había pasado los últimos días con Daniel y Oscar, pero se habían ido de viaje aprovechando los días libres, y Julian solo lo vería hasta mañana. No quería decir que tendría la tarde libre, pero...

Mi pensamiento se interrumpió cuando la voz del desconocido volvió a sonar:

-dale, estoy como aburrido y me gustaría salir contigo

Su gentileza me cautivo, de modo que dije -esta bien-, y empece con mis dedos a pellizcarme suavemente un pezón.

-pero no te noto muy convencida- dijo en un susurro que mostraba algo de frustración.

-no, si, estoy libre, no problem- y mi mano bajo hasta mi clítoris.

-entonces paso #$#$&- la ultima parte no la entendí.

-ehh si- dije sin tener seguridad a qué se refería mi afirmación.

-listo, entonces ya paso por tu casa-

Colgó.

Quede desconcertada, pero emocionada, iba a ser como una cita a ciegas, pues seguí sin reconocer la voz. A continuación no pude contenerme y seguí estimulando mi clítoris con mayor intensidad, quería tener un orgasmo que me relajara, pero fui interrumpida.

Sonó el citofono.

-alo-

-es el joven Esteban en portería-

Quede fría, era la ultima persona que me esperaba de ser el Esteban que conocía.

-ah, si que siga- respondí, y calcule que tenia aproximadamente dos minutos para vestirme.

Fui a mi cuarto, y me puse lo primero que encontré: una pantaloneta que me quedaba ajustada de color azul, y una camiseta tipo esqueleto que apenas me cubría, era blanca y dejaba a descubierto mi ombligo. No pensé en ponerme ropa interior.

Sonó el timbre.

Abrí la puerta y despeje las dudas que tenia, era el Esteban que conocía, el muchacho más popular de mi colegio, logrando en mi una alegría que no pude ocultar.

-hola, pasa- lo invite con entusiasmo.

-uy, llegue muy temprano- me miro de arriba a abajo sorprendido pero satisfecho de lo que veía.

-un poco, no me acordaba que vives aquí al frente- saque una disculpa desesperada.

Esteban se sentó en el sofá, hizo un gesto con su mano para peinarse su cabello rubio y saco algo de su mochila.

-compre películas estos días, podemos ver una- Me las mostró, y me llamo la atención que tenia varias de Viernes 13, hace años no las veía.

Me senté junto a él, colocamos la película y empezamos a verla tranquilamente, sin embargo no podía dejar de pensar la locura que era para mi la situación, pues nunca habíamos sido cercanos, nunca habíamos tenido una conversación mayor a cinco minutos, pero la realidad es que estaba sentado en mi sofá, a mi lado, y podía darme cuenta que él no ponía atención a la película, más bien sus miradas se enfocaban en mis piernas y mi pantaloneta.

Jason Vorhees acechaba a una pareja que estaba follando en una casa rodante, era una mujer rubia con su pareja.

-deberíamos hacer lo mismo ¿no crees?-

-tal vez- respondí y me acerque ligeramente a él pero tenia mi atención en la pantalla.

-es que tengo una fantasía-

-y ¿cuál es?- respondí comunicando sutilmente que estaba dispuesta.

Me miro fijamente a la cara, pero al ver que no correspondía su mirada se fijo en mis senos y en mis pezones que se resaltaban a través de la camiseta.

-es que pues nunca me han dejado hacer sexo oral- lo dijo como sintiendo vergüenza.

-¿en serio?- eso llamo mi atención, pues no espere ese argumento, entonces gire mi cabeza y lo sorprendí mirando mis senos.

-si de verdad, ninguna me ha dejado, y pues me dijeron que tu si te dejas, entonces...- lo interrumpí con una afirmación.

-que tontas, si es bien rico-

-entonces, ¿puedo?-

-si, puedes-

Se levanto, y rápidamente bajo mi pantaloneta dejándola en el suelo, se quedo viendo mi coñito con deseo y curiosidad. Acerco su nariz olfateando con profundidad mi aroma, enseguida me dio una lamida que recorrió toda mi vagina, generando entusiasmo en Esteban el descubrir que previamente ya estaba húmeda y dispuesta.

-que rica huele-

A continuación empezó a besar mis labios, con ternura, dando en ocasiones pequeñas lamidas a mi clítoris, su mirada estaba fija en mi vagina, pero también miraba mi rostro de ves en cuando como para evaluar mi placer desde mis expresiones.

Con mis manos acaricie su cabello suavemente comunicándole comodidad, deje mi mano izquierda en su cabello, la derecha la lleve a mis pezones que pellizque con firmeza.

Esteban empezó a mover su lengua de arriba a abajo cada vez más rápido, trate de hacer coincidir mis gemidos con el ritmo que él llevaba, a la vez que inicie a mover mi cadera ligeramente. Lo tome del cabello con ambas manos, halandolo para que aumentara la intensidad... se canso y se detuvo.

Inicio entonces con movimientos lentos y circulares con su lengua, me relaje y me dispuse a disfrutar la sensación; disfrútalo y no busques tu orgasmo, pensé. La constancia de Esteban se prolongo varios minutos, diez, quince, veinte minutos.

Cambio de ritmo, ahora intenso, entendí que quería hacerme venir, abrí más mis piernas para que él se encargara de todo. Sentí como si estuviera a punto de estallar.

-sigue¡¡, sigue¡¡, sigue¡¡, sigue¡¡ ahhh¡¡-

Puso mayor atención en mi clítoris, y siguió lamiéndome con agilidad. Logro que tuviera un orgasmo bastante intenso, vi su sonrisa al verme sonrojada, despeinada y satisfecha en el sofá.

-yo también tengo una fantasía- le dije mirándolo fijamente a los ojos a la vez que frotaba mis senos con mis manos.

-¿si?- pregunto alegremente.

Me puse de pie, me quite mi camiseta, lo tome de la mano y lo guié a mi habitación, le di un pequeño empujón y lo tumbe en mi cama.

-de aquí no te va sin que...-



FIN DE MI ADOLESCENCIA...