Hace calor, el ruido de la ciudad acompaña a una joven que va caminando sola por la calle cincuenta y tres, su modo de andar da cuenta que no tiene un rumbo fijo, pero a la vez puede verse determinación.
Se detiene enfrente de un pequeño centro comercial, logra ver en el segundo piso un aviso que llama su atención y entra sin dudarlo, sube por unas escaleras de mármol blanco que van en forma de caracol, gira ala derecha y se encuentra de frente el local que en su ventana tiene un gran aviso en luz fluorescente que dice: "TATTOOS".
Ella entra y ve a dos hombres de aproximadamente 35 años, uno delgado y otro gordo. El primero tiene sus brazos llenos de tatuajes, y tiene perforaciones en su nariz, orejas y en la cejas; el segundo es calvo, y en su calva tiene tatuadas figuras de tigres blancos. Están fumando unos Marlboro, se sorprenden por la llegada de una visitante peculiar que les interrumpe su conversación.
-Hola, estoy interesada en tatuarme- dijo a la vez que trataba de identificar la canción que estaban escuchando.
-¿qué tal linda?, ehhh ¿algo en particular?- respondió el primero, apagando su cigarrillo en un cenicero que tenia en el borde de la ventana.
-aquí tenemos varios modelos, si gustas ver- menciono el segundo, que se puso de pie y le paso a ella una carpeta llena de diferentes motivos.
-quiero algo pequeño y sencillo para empezar- señalando la figura de una pequeña lagartija.
-bonita elección- dijo el primero, saco un Cd de Pantera y lo puso en el reproductor.
-¿donde lo quieres?- pregunto el hombre gordo que examinaba la piel blanca y virgen de tatuajes de la cliente.
-ok, puedo preguntar ¿cuantos años tienes?- pregunto el primero con dudas de la mayoría de edad de ella.
-tengo 18, los cumplí el Sábado, pues lo quiero en un lugar discreto, como mi pie, y si me gusta pues tal vez me haga otros- tranquilizando a los dos hombres, que empezaron a alistar tinta y agujas, y demás implementos para trabajar.
-a propósito ¿cómo es tu nombre?- pregunto en un tono amable.
-mi nombre es Pilar-
-Bueno Pilar, ¿dónde empezamos?-
-ehhh creo que esa lagartija se vería bien en mi pie-
Ella se sentó en una silla que le pareció silla de odontología, se quito sus zapatillas y medias, el hombre delgado tomo su pie con delicadeza y comenzó a planear su trabajo.
-puede doler un poco- dijo mirándola a los ojos.